Estábamos aliviados, las
noticias de Joanna y de Sal eran que finalmente estaban en la cárcel, tantos
fraudes que cometieron no podían terminar de otro modo.
Días después, estando en
Neverland, me disponía a hacer un postre, era
día de gracias y mis padres y los padres de Michael vendrían a festejar con
nosotros y quería sorprenderlos.
Michael llegaba por detrás
y me abrazaba por la cintura.
-¿Te he dicho hoy que te
amo?
Sonreí
-No aún no
-Te amo
-Yo te amo más.
Me voltee para recibir un
cálido beso de sus labios.
Michael apuntó hacia afuera
y me señalo el árbol donde nos conocimos.
-Mira Linda, el árbol donde
nos conocimos, mi árbol de los deseos.
Me contó algo de lo que yo
no estaba al tanto en todo este tiempo.
Con su voz suave me relató:
-El día que te conocí, me
encontraba arriba de ese árbol, ahí he llegado a componer canciones y me siento
cómodo entre sus ramas, deseaba tanto conocer a alguien de quien
pudiera enamorarme, y poder tener una relación sincera, y fue cuando miré hacia
abajo y te vi, ahí estabas con tus audífonos puestos y estabas cantando, pensé
que no había escuchado una voz tan dulce y trate de bajar sin hacer ruido, pero
no lo logré, me escuchaste, y volteaste,
rápidamente me escondí detrás con muchos nervios, así que me di valor y salí a
conocerte.
Claro, como olvidar esa primera sonrisa, pensé.
Michael continúo:
-Y no me arrepiento de
haberle hecho, que no supieras quién era yo, fue parte de lo que también me agrado, eres la chica que esperaba, ahora agradezco haberte conocido, y
estoy loco por ti.
Se mordía su labio, tímidamente
Me encantaba ver como lo
mordía.
-Yo también agradezco
haberte conocido, aunque… Hice una pausa
y me alejé unos pasos. - De verdad te digo que no sabía quién
eras.
Sabía que eso le iba a
hacer respingar en su ego.
Me contenía tratando de no
estallar en carcajadas.
Michael abría la boca de
par en par divertido.
Puso las manos en la
cintura haciéndose el asombrado y tratando de parecer ofendido.
-Eso si no te lo puedo
creer.
-Créelo, siempre te lo
dije.
-No lo creo, ¿Cómo no ibas
a conocer a Michael Jackson?, si todo el mundo conoce a Michael Jackson.
Volteé y le saqué la lengua.
-Por supuesto que debe
usted creer que no todo el mundo le conoce como me pasó a mí, señor Jackson. Y
me alejé de nuevo otros pasos, tratando de parecer solemnemente seria.
-Elizabeth ven aquí.
-No. Conteste
infantilmente.
No aguantamos más y las
risas empezaron a fluir a través de nuestras bocas.
Comenzó a perseguirme por
la cocina, tomó una uva entre sus dedos y como todo un diestro tirador me lanzaba aquel proyectil,
dando justo en el blanco.
-Te di. Chillaba de
emoción.
Tuve que tomar varias uvas,
no tenía tan buena puntería como él.
-Yo también te di.
Michael tomaba lo que podía entre sus manos
para aventármelo.
Tomamos un par de cazuelas
para taparnos a modo de escudo.
Se nos había hecho
costumbre jugar con algo todos los días, si no eran guerras con agua, era con almohadas,
comida, en los juegos, go cars, en los caballos, etc.
Nos subíamos a la rueda de
la fortuna por las noches antes de acostarnos, sentados en una de las sillas,
tomados de la mano, recargada en su hombro, girando lentamente y ver toda Neverland iluminada, cada noche parecía Navidad, con todas esas luces
que prendían y apagaban frente a nuestros ojos y a la vez tan cerca de las estrellas si mirábamos hacia arriba.
Comprendía porque él amaba
tanto este lugar.
Y regresando a nuestra
guerra de comida queda de más decir que la cocina quedó hecha un desastre y que
reíamos sin parar.
Al final terminamos
sentados en el piso, observando nuestro tiradero, orgullosos de haber dado
batalla y que ninguno se rindió.
Michael me tomaba amorosamente entre sus
brazos, y me soltaba besos en la frente.
-Saldré con Prince al jardín
¿Quiéres venir con nosotros a jugar?
-Sí, pero en un momento, ¿Está
bien?
-Está bien Liz.
Él todavía continuaba
riendo, la sonoridad angelical de su alegría es contagiosa, era imposible no
seguirlo en esa felicidad destellante que propagaba.
Michael me besó de nuevo y
se paró, fue por Prince y salieron juntos.
La verdad yo quería
observarlos un momento por la ventana.
Suspiré.
Era como ver una escena
surrealista, los pájaros revoloteaban alrededor de ellos.
Y el sol al bañarlos con su luz les provocaba
esa singularidad de parecer que tenían brillo propio, como si sus mismos cuerpos
fabricaran ese resplandor.
Observaba como lo colocaba firmemente
entre sus manos y lo alzaba por sobre su cabeza para mecerlo entre el aire y
hacerlo sentir que volaba, Prince estaba feliz.
Me sentía la mujer más afortunada del mundo.
Acomodé una mano en mi
barbilla, y comencé a recordar como yo, una chica que había nacido en Nueva
York, tuvé que irme a la India, y después todo lo que tuve que pasar, para que, por obra del destino ahora estuviera aquí.
También pensaba en Michael
y como me había comentado tantas veces que no deseaba hacer más giras, lo entendía, pero contratos para
presentaciones le seguían llegando, y estaba segura que alguno lo iba a
terminar convenciéndolo, aunque él no estuviera totalmente de acuerdo.
Asimismo estaba consciente
de que algunas de las personas que trabajaban alrededor de él no eran de fiar,
eran como cuervos que perseguían más sus intereses que los del mismo Michael,
esperaba buscar el modo para que él no los acercara a su vida.
Aún seguían viniendo niños
de diferentes fundaciones e independientes,
niños enfermos que al verlos salir tan felices de aquí no tenía precio, era
indescriptible ver como se sentían mejor
después de su visita en este paradisiaco lugar.
Era un milagro sin duda.
Exhalé profundamente.
Estando aquí, en este
momento, no sé qué deparara nuestro rumbo.
Aún quedan años por
continuar, cosas por hacer, en este momento estamos en una etapa increíble de
nuestras vidas, pero el destino es caprichoso, la vida sigue su curso y no
sabemos que pasará después.
Pero algo que es cierto y que Michael sabe
es que siempre estaré apoyándolo.
Nos teníamos el uno al
otro.
Una voz familiar me sacaba
de mis pensamientos.
-¡Vamos linda,
acompáñanos!. Alzaba su mano y la movía invitándome a unirme a ellos.
Levanté las comisuras de
mis labios, quería darle una nueva
noticia a Michael y este sería el mejor de los momentos.
Estaba embarazada
nuevamente.
Salí y me tumbaba junto a
ellos en el suave pasto de Neverland, los abracé a los dos y nos acostamos ahí
mismo entre el trinar de los pájaros y el melodioso sonido tintineante de las
fuentes de agua que parecían evocar una suave canción, para escuchar de los labios de Michael la
historia fantástica de Peter Pan, ahí junto a nuestro árbol, el árbol de los
deseos.
Me encantaba escucharlo
narrarla, con tanta pasión nos adentraba en ese mundo de magia y fantasía, ese
mundo que solo Michael era capaz de lograr.
Lo abrazaba mientras
contemplábamos absortos como daba entonación a las voces de los diferentes
personajes, y como movia sus brazos y cerraba y abría las palmas de sus manos, zurcándolas por el espacio vacio, para enfatizar aún más las frases que expresaba con tanta elocuencia.
Peter Pan era su cuento
favorito, y ahora el de Prince y el mío también.
Podía sentir como nuestras risas se escuchaban a los lejos, pidiéndole que nos contara más.
Así era nuestra vida por ahora en Neverland.
Y como en un principio te
escribí, si piensas que en esta vida ya
no hay nada más, si te sientes solo, y que nada mejor te puede ocurrir, te
puedo decir que estas muy equivocado, la vida es simplemente maravillosa y uno
no sabe lo que puede ocurrir después.
Pero sobre todo no dejes de creer que si lo puedes soñar lo puedes lograr.
Soy Elizabeth Porter y esta
es mi historia.
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Quisiera agradecer a todas las personas que han seguido la trama de esta novela, quiero agradecerte por tu apoyo y por el tiempo que me prestaste en leer esta historia que surgió un día y que ahora ha llegado a su final.
Gracias a ti por permitirme mostrarte mis sueños, mis ilusiones.
Pero sobre todo agradezco a MJ que me permitió soñar, que fué el muso de mis fantasías, que me permitió compartir con él aunque sea en sueños, que me dejaba llevar pensando en él en mi relato, mientras una historia fluía en mi mente.
Gracias que me permitió vivir este sueño junto a él, que me dejó cumplir esta ilusión de sentirme a su lado aunque sea en un relato.
Siempre estara en mi corazón, y se que seguiré relatando de pronto alguna historia fantástica en mi cabeza con él, porque las grandes personas nunca se olvidan, se quedan por siempre en uno.
y como diría una frase de una historia querida por MJ:
"Nunca digas adiós, porque decir adiós significa ir lejos, e ir lejos, significa olvido"
Peter Pan
Peter Pan
Asi que no diré adios, sonreiré y esperaré si en algún momento nos volveremos a encontrar.
Gracias por todo.
Liz