CAP. 90

Trate de moverme y no lo logre, me encontré quieta como una figura de mármol, un adorno más entre las penumbras de la casa.

Tenía un nudo en la garganta y baje la mirada.

Escuche a Michael entrar sigiloso, calmado, sus pasos tranquilos se dirigieron hacia donde me encontraba.

Se paró justo frente a mí y con su mano levantó suavemente mi mentón, se inclinó a darme un dulce beso sobre mis labios, acaricio mi cabello, junto su cuerpo al mío y me abrazo, las lágrimas no tardaron en brotarme, estuvieron tantas horas contenidas que salían a borbotones y hundí mi cabeza en su pecho.

-Michael, yo…-. Hablé entre sollozos, pero con sus suaves dedos detuvieron mis palabras al ponerlos sobre mi boca, me tomó entre sus brazos y me llevó a su recamara.

La tenue luz de la luna iluminaba nuestros rostros, miraba sus ojos tan brillantes como si de millones de estrellas se tratasen, tan profundos como el mismo universo.

No dejaba de mirarme, acariciaba y besaba mi rostro.

Era un ángel postrado frente a mí. Él mismo irradiaba una luz que lograba desaparecer mis penas.

En voz baja Michael susurró a mi oído.
-Linda, el doctor me lo conto todo,no te preocupes, encontraremos una manera-. Dejó de hablar unos momentos y giro la vista a otro lado, pensativo-. -Ademas, me he dado cuenta de una cosa.

-¿Qué cosa Michael?-. Lo miré confundida, no quería escuchar algo triste de sus palabras.

Pero afortunadamente no fue así.

-Hace tiempo que no nos divertimos como solíamos hacerlo, ¿te acuerdas aquella primera vez cuando me ayudaste a salir de ese hotel lleno de periodistas?, ¿nuestro viaje a Alemania? ¿la pelea de comida en tu casa?
Michael giró sobre su espalda y miro al techo, acariciaba con los dedos sus labios y una enorme sonrisa se dejo asomar en su rostro.

-Hagámoslo de nuevo, algo divertido-. Su voz subía de tono emocionado.

¿De verdad podría ser más dulce? Me imaginaba este momento triste con esa terrible noticia del doctor, pero no fue así, en realidad Michael buscaba el modo de hacerme sonreír.

Rapidamente tomó mi mano y depositó un suave beso en ella.

-¿Te he dicho hoy que te amo?-. Esos ojos y esa sonrisa encantadora eran capaces de hacerme derretir con solo mirarlo.

-No aún no- Reía por fin.

-Te amo.

-Yo te amo más-. Concluí la frase, y antes de darme cuenta Michael sacó una almohada escondida detrás de su espalda y la estampo en mi rostro.

Una sonora carcajada se dejo escuchar de nuestras bocas, tomé otra almohada y la avente de igual modo, así fue como comenzamos a jugar, mientras brincábamos tratando de esquivarnos.

¿Lo amaba? si, con toda mi vida.

Un par de horas después dormiamos apaciblemente.

El alba no tardo en llegar y nos regalaba los primeros rayos tibios de sol, Michael ya estaba listo, para pasar un día formidable, juntos, olvidarnos un poco de todo.

Lo conocía bien y sabía el lugar al que iríamos, cuando vi su inigualable disfraz, una gorra, un bigote postizo, unas patillas, su camisa roja, y un par de guardaespaldas.

El destino, un parque de diversiones.

Disfrutábamos del día, entre carros chocones, la rueda de la fortuna, las carcajadas salían a caudal abierto como un ancho río que nada era capaz de detener.

Después paseamos por un zoológico, viendo las llamas, jirafas, elefantes, Michael era tan divertido, corríamos y trepábamos árboles como un par de locos alegres.

Como un par de niños con toda la vida por delante.

Hizo que me olvidara de mis tristezas durante todo este maravilloso día, entre algodones de azúcar, pizza y besos a discreción, todo un día perfecto.

Había momentos que me detenía a pensar en el maravilloso padre que podía ser, y a la vez esperaba que un milagro o alguna solución se presentara.

Terminamos en un bello jardín abrazados sobre el pasto, mirando como la luz del día se desvanecía entre las nubes, perdiéndose en el horizonte, me abrazaba tan fuerte que sentía que nada era posible separarnos, y Michael como siempre terminaba susurrándome una canción, su voz tan melodiosa, tan dulce, él sabía realmente hacer los momentos mágicos.

Había sido un día estupendo, la limousina nos llevaría de vuelta al rancho pero Michael dio otras instrucciones.

-Linda, no tardaré, solo recogeré unas cosas, pero no iremos a casa te llevare a otro lado-. Guiño el ojo y no dijo más.

Entre nuestras pláticas, el enorme auto por fin se detuvo.

-Ven Liz acompañame, solo recogeré algo y pronto nos iremos-.

Michael daba zancadas largas al caminar, entrando rápido al edificio, no me detuve a pensar en donde estaba, solo lo seguía, lo vi entrar a una oficina y me quede afuera en el pasillo aguardando.

Una figura que se acercó me sacó de mis pensamientos.

-Buenas noches, ¿vienes con Michael Jackson?
Me dijo una voz agradable.

Volteé para saber quien me hablaba, estiré mi mano para presentarme.

-Si vengo con él, me llamo Elizabeth Potter-. Sonreí

-Qué gusto me da conocerte por fin, Michael habla tanto de ti-.
Parecía muy amable, gran sonrisa, mirada afable y estrecho por fin su mano con la mía.

-Mi nombre es Debbie Rowe.

-------------------------------------------------

Gracias por los comentarios que me han dejado, no dejen de hacerlo porque como siempre lo digo, me animan mucho, ya somos 100 en el face!!!! y tambien para las personas que se han agregado al blog muchas gracias...
Esta historia continua hasta el final..
Las quiero mucho y no tengo como agradecer su apoyo, mas que subiendo mas capitulos :)

Ustedes ya forman parte de esta historia...

LIZ