CAP. 93

Por sobre nuestras cabezas, el cielo infinito plagado de destellos luminosos eran testigos de lo que estaba a punto de suceder.

La luna, nuestra principal observadora nos iluminaba tal como lo haría un reflector sobre un escenario bañando de luz a los actores, haciendo puramente visible nuestro espacio, creando una atmósfera mágica en en cual solo nosotros destacabamos, por sobre cualquier objeto situado a nuestro alrededor.

Michael sin vacilar hincó rapidamente una de sus rodillas en el piso, me miraba fijamente, tomando una de mis manos.

Presentí lo que estaba a punto de ocurrir y sencillamente entendí que era tiempo.

El momento había llegado y aún así no salia de mi asombro.

Respiró profundamente, una voz segura confiada y sincera salieron de sus labios.

-Teniendo de testigo mi hogar. Michael calló un poco, mirando todo a su alrededor, volteo a mirarme nuevamente con la misma intensidad que la primera vez que nos besamos.

Repitió la frase pero esta vez hablando mas alto.
-¡Teniendo de testigo mi hogar, quisiera preguntarte Elizabeth Porter, ¿Si deseas casarte conmigo?!

El universo entero como nuestro principal mediador y manipulador de esta noche nos enviaba pequeños copos de nieve, acentuando la fría noche que resultaba ser a la misma vez la más cálida de todas.

Miraba como aquellas pequeñas hojuelas frías que caían del cielo inundaban y formaban una delgada capa blanca en todo Neverland, sobre los árboles, el lago, los jardínes.
Se veía maravillosa

Él se paró, acercandose a mí, muy cerca, susurrando prácticamente.

-¿Elizabeth?. Alzó Michael las cejas. -¿Dirás algo?


Regresandome el aliento, pude por fin pronunciar palabra.


-Michael. Le dije, tomando su fino rostro entre mis manos, derritiendome de amor frente a él, nuestras mejillas estaban sonrojadas por el frío que se sentía, y eso no nos importaba. -Es lo que más deseo en el mundo, casarme contigo, ser tu esposa, vivir juntos la aventura que nos espera, por supuesto que si, ¡Si! ¡Si! ¡Acepto!.


Grité emocionada.
Con cuidado introdujo el anillo en mi dedo, era justo para mí, único y de enorme valor sentimental, valía más por lo que simbolizaba que por todo el dinero del mundo.

Nuestros labios sellaron el compromiso que nos habíamos prometido en ese momento, un compromiso anhelado y esperado.

Unos aplausos nos sacaron de la fantasía que teníamos, al voltear distinguimos a Elizabeth Taylor.
La señora Taylor sin decir nada nos regalaba una sonrisa de satisfacción y de orgullo, sabíamos que era también lo que ella esperaba.
Haciendo un ademán con su mano nos invitó a seguirla, caminando hacia el interior de la casa.

Nuestros amigos estaban ahí asi como Janet.
Era una cena de compromiso, íntimo y cercano por personas que confiabamos y queriamos.

Durante la noche relatabamos historias cargadas de situaciones graciosas, nostálgicas y llenas de recuerdos.
Poco a poco los invitados se íban retirando, deseandonos lo mejor en el nuevo camino que habíamos elegido.

En la sala solo habían quedado charlando Michael y su hermana,  estaban tan ensimismados que no quise interrumpirlos.

Me senté cerca de una ventana, contemplaba el juego que la luna y las nubes orquestaban en los jardínes, un espectaculo de luz y sombras de medianoche para mis ojos.

De pronto las nubes se desvanecieron, un cielo limpio estrellado contemplaba con ilusión.

Una mano tocó mi hombro, voltee y Michael se sentaba a mi lado, abrazandome por la cintura, mirando juntos lo hermoso que era Neverland, así era a cualquier hora del día, y este era un momento especial sin dudar.

Coloque mi cabeza en su hombro, acerque mi naríz a su cuello y un aroma dulce se pronunciaba con fragilidad desde su piel que tocaba grácilmente mi nariz, lo aspiré hondamente, tratando de envolverme en su bálsamo.

-¿Linda?
-Dime Michael.
-Quisiera que siempre pudieramos estar así, tranquilos, llenos de paz, disfrutando de nosotros y de lo que amamos.
Levanté mi cabeza a la altura de sus brillantes ojos.
-Trataremos de hacerlo, o nos escapamos. Reí en tono de broma.

-Jajajaja!. Reía Michael con júbilo. -Sí, haremos lo que este a nuestro alcance, por cierto Janet se quedará en el cuarto de huéspedes.
Sonreí, Janet era como mi hermana, habíamos pasado tantas cosas juntas que ya la quería como a una.

Nos encontramos tan cansados, que pronto nos quedamos dormidos.

El día llegaba con un estruendoso grito.
-¡Michael, Elizabeth despierten!. Tocaba con fuerza a la puerta.

-¿Qué pasa?. Molesto se tapaba la cabeza con una sábana.
-¿Estás bien Janet?. Me senté en la cama con un tono de preocupación.

-Vengan, no saben lo que estan pasando en la televisión, en los noticiarios, el periódico "The fake" lanzó una nota esta madrugada y esta en todos lados.

¡Oh no! pensé, ese periódico amarillista solo nos buscan problemas.