
El sol entraba con toda su fuerza por mi ventana, casi estaba lista cuando escuche unos leves toques en mi puerta, fui dando brincos hacia ella tratando de ponerme uno de mis zapatos de tacón, al abrir me encontré con la sorpresa de ver a Daniel un alegre niño de nueve años que vivía en el departamento de enfrente, algunas tardes me venía a visitar y jugábamos, veíamos películas cómicas o caricaturas, reíamos hasta que nos dolía el estomago de hacerlo.
-Hola Elizabeth, ¿puedo pasar estar tarde contigo? Me decía pestañeando y enseñándome esos grandes e inocentes ojos marrones.
-Hola Daniel, hoy no podre estar contigo, voy a salir ¿te parece si nos divertimos otro día?
-¿Vas a salir?, te ves muy bonita, le diré a mamá que me de permiso de venir otro día y Elizabeth, te quiero mucho eres mi mejor amiga.
Me enterneció tanto que lo abrace y le di un fuerte beso, prometí verlo después y alegre regresó a su departamento. Después pensé que lo mejor sería que bajara, por más sigilosa que me portara la Sra. Bridges estaría al tanto de todo sin duda.
Baje lentamente por las escaleras, en el último escalón sin fijarme resbale, auch! Grité en mis adentros, -pareciera que esto quiere hacerse costumbre en mí- masculle mientras fruncía los labios.
-¿Estás bien? –me dijo una voz melódica mientras me alcanzaba una mano.
-¡Michael! gritaba feliz, no pude más que abrazarlo, y ahí en el último escalón, nos miramos como si no lo hubiéramos hecho en años, sentir de nuevo sus suaves labios en los míos era delicia, sus manos acariciaban mi espalda y mi cabello, estremecía de nuevo. De repente escuchamos a alguien raspando la garganta cerca de nosotros, Michael se volteo al lado contrario para no ser reconocido mientras aguantaba la risa.
-¡Sra. Bridges!, -le dije sonriendo- ella se veía un tanto molesta mientras decía: -con permiso, quisiera subir.
Cuando la Sra. Bridges subió, Michael y yo explotamos de risa.
Sin más tardanza entramos a la limousina.
-Elizabeth, te ves muy bella, te extrañaba mucho.
-yo también te extrañaba –le decía mientras lo jalaba del cuello de su camisa hacia mí para depositarle otro beso.
- como te mencione te voy a consentir hoy, ¿lo que quieres es una pizza?.
- Claro, solo si tu quieres una también, - le dije.
-No soy muy ávido de pizza pero podría pedir una vegetariana tal vez, no importa, lo importante es que estemos juntos. Tengo todo listo iremos al Restaurante La Piazza.
Ese nombre no me sonaba conocido
-¿En qué parte de los Ángeles se encuentra? -pregunté
-Bueno, te dije que conocía el mejor lugar y ahí es adónde iremos, y no está en los Ángeles.
-¿Entonces en donde esta? –le mire asomando un dejo de curiosidad en mi rostro.
-Elizabeth- me dijo Michael con sus hermosos y expresivos ojos. -Confía en mí linda, nos divertiremos, ya lo verás, no comas ansias. –me decía mientras me daba un tierno beso en la nariz.
El viaje en la limousina fue un poco largo, pero mi asombro fue en aumento cuando al llegar asomé la cabeza por la ventana.¡¡no lo podía creer, estábamos en el aeropuerto en un área especial!!.
Al bajar del carro, Michael contemplaba el inmenso avión mientras se ponía las manos a los lados de la cintura, y girando su cuerpo hacia mí.
-Elizabeth, ¿has estado en Italia?, iremos allá en este momento, mi avión está listo.
– Terminaba la frase con una amplia sonrisa y levantando los brazos extendidos al aire.
Estaba tan impresionada a tal grado que no podía responder de manera alguna, solo atinaba a decir –No, nunca he estado en Italia.
Michael lucía tan feliz se acercó a mí, tomó mi mano, me invitó a caminar en su compañía al avión hacia una de las ciudades más románticas y artísticas del mundo.
Después de haber iniciado el vuelo, Michael se dejó vencer por la fatiga que había tenido esos días por lo que dormía en el asiento contiguo al mío. Mientras le quitaba uno de los rizos de su rostro, lo contemplaba y sonriendo pensaba acerca de la inocencia infantil a la cual se aferraba y que contribuía para mostrar al mundo su grandiosidad, verle pisar cualquier rincón de esta esfera celeste era similar como sacudir a campanita para dejar caer pequeñísimos fragmentos de magia, dejando una estela de dicha a su paso para todos aquellos que se permitieran conocerle y suspirando veía por la ventanilla del avión llenándome los ojos de aquel inmenso lienzo azul para los sueños, imaginando que pudiéramos llegar hasta la segunda estrella, girar a la derecha y volar directo al amanecer, hasta el país de nunca jamás como rezaba su libro favorito. También fui cerrando los ojos para acompañar a Michael en una aventura onírica hasta que la realidad nos alcanzara. Quién sabe qué maravillas nos esperan.
“Aquel día decidí cambiar muchas cosas
Aquel día comprendí que los sueños
Son solamente para hacerse realidad,
Desde aquel día ya no duermo para descansar
Ahora solamente duermo para soñar”
WALT DISNEY
1 COMENTARIOS:
aayy q lindo, es mo0y emocionante,an cada cap me imagino a mike asi d lendo, aveces pienso q todo paso, q michael tubo una xik a si en su vida, no lo supimos, nadie lo supo, pero stuvo presente, al menos eso kiero0 io pensar, escribs muy bonito0, me encanta la nove
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