
Fuimos hacia La “Piazza dei Miracoli” ó Plaza de los Milagros, me daba cuenta que era una amplia área amurallada en el corazón de la ciudad de Pisa. En parte pavimentada y en parte estaba cubierta de hierba, Michael me platicaba acerca de los cuatro grandes edificios religiosos que se encontraban ahí: El Duomo, la Torre inclinada de Pisa que es el campanario de la catedral, el Baptisterio y el Camposanto.
Siempre había tenido deseos de ver la torre inclinada de Pisa, conocer su historia era interesante todo ahí gritaba grandeza, cada piedra guardaba inmemorables huellas a través del tiempo, si pudieran hablar nos dirían maravillas y tragedias, estuvimos un momento en aquel lugar. Aún faltaba algo más que visitar.
Me guardaba una sorpresa antes de dirigirnos al hotel, era nada más y nada menos que la hermosa Venecia, se dice que es la ciudad más romántica de Italia, un refugio perfecto para los amantes, cuánta razón tienen al decir esto, Michael preparó una góndola para pasear sobre el “Gran Canal”, el agua era reflejo fiel del firmamento que parecía brillar con estrellas propias, aunque no deslumbraban tanto como su sonrisa, el canal era largo y muy tranquilo, sus aguas nos ofrecían un paseo inolvidable, pasamos por debajo del ”puente de Rialto”, también observamos un vaporetto (barco) que pasó a cierta distancia de nosotros, donde algunas personas saludaban.
Nuestro gondolero remaba lentamente entonando una canción sentimental solo para nosotros. El tiempo me parecía que se movía rápidamente, supongo que cuando la pasas tan bien, así sucede.
El momento de dirigirnos al hotel había llegado, afortunadamente no se encontraba muy lejos de ahí, era un edificio enorme y bellisimo, subimos hasta la suite que ya se encontraba lista, el cuarto era grande, tenía un dormitorio, comedor, oficina, sala de estar y cuarto de baño, pero aún no nos rendía el sueño, queríamos seguir platicando más por lo que nos dirigimos a la terraza privada, la noche se antojaba fresca y nos sentamos a disfrutar de aquel panorama sin igual.
Advirtiendo una ciudad increible, nos sentamos en un sillón que se encontraba ahí mismo en la terraza y platicábamos del mundo, de filosofía, música, arte, de tantas cosas.
Estaba segura que no faltaba mucho para él amanecer, aunque aún se vislumbraban las estrellas.
Yo me encontraba apoyada sobre su cuerpo, cuando el tirante de mi vestido cayó, Michael con sus dedos rozó mi brazo recorriéndolo suavemente hasta llegar al tirante y lo deslizaba de nuevo hacia su sitio, mi piel reaccionaba con su tacto, sentía su aliento en mi cuello muy cerca, su aroma se intensificaba agolpándose gentilmente en mi nariz, susurrando me dijo al oído:
-“Te quiero Elizabeth” me voltee lentamente teniendo a escasos centímetros de mí esos ojos hipnotizantes, para contestarle:
-“Yo también te quiero”.
Mi cuerpo estaba tan cerca al de él que nuestra respiración empezaba a acortarse, rodee con mis brazos su cuello, comenzamos a besarnos con una pasión precipitada que surgía audazmente de nuestro interior, eran caricias y besos que se aceleraban a cada segundo, Michael besaba ansiosamente mi cuello para regresar de nuevo a mis labios, con sus manos en mi espalda me acercaba hacia él aún más de lo que ya me encontraba, era como un torrente de electricidad que recorría cada centímetro de nuestros cuerpos, comenzaba a bajar el cierre de mi vestido mientras yo desabrochaba los primeros botones de su camisa acariciando su pecho..
De pronto nos detuvimos en seco al mismo tiempo, nuestras frentes se tocaban mientras sostenía su rostro con mis manos y él tocaba apaciblemente mi cuello, nuestra respiración continuaba entrecortada y sin decir nada nos contuvimos así un momento, Michael levantó su mirada hacia la mía, tocó mi barbilla acercando sus labios a los míos acariciándolos suavemente.
Lo que acababa de suceder fue porque sabíamos que aún no era el momento, queríamos disfrutar más del otro antes de llegar a ese punto.
Nos queríamos y era lo que nos importaba en ese instante.
Después me acomodo en su regazo, rodeándome con sus brazos en un enérgico abrazo, me dio un beso en la frente, el ritmo de nuestros corazones regresaban pausadamente a su cauce natural, Michael dio un gran suspiro y al termino de este comenzó a tararearme la canción de smile en mi oído, era de la película de tiempos modernos de charles Chaplin que tanto disfruta. Sabía que en un par de horas tendríamos que regresar, pero gozabamos sin duda cada minuto que la vida nos ofrecía.
Y así vislumbrabamos como los rayos del sol rompían por fin en el horizonte pintando de luz y armonía todo a su paso, era la obra de arte perfecta, mostrando un espectáculo sin igual ante nuestros ojos, nacía un nuevo amanecer.
1 COMENTARIOS:
me ha encantado tu novela!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1
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