“Aquel día decidí cambiar muchas cosas
Aquel día comprendí que los sueños
Son solamente para hacerse realidad,
Desde aquel día ya no duermo para descansar
Ahora solamente duermo para soñar”

Walt Disney


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CAP. FINAL

domingo, 7 de octubre de 2012





Estábamos aliviados, las noticias de Joanna y de Sal eran que finalmente estaban en la cárcel, tantos fraudes que cometieron no podían terminar de otro modo.

Días después, estando en Neverland, me disponía a hacer un postre, era día de gracias y mis padres y los padres de Michael vendrían a festejar con nosotros y quería sorprenderlos.

Michael llegaba por detrás y me abrazaba por la cintura.

-¿Te he dicho hoy que te amo?
 Sonreí
 -No aún no
-Te amo
-Yo te amo más.

Me voltee para recibir un cálido beso de sus labios.

Michael apuntó hacia afuera y me señalo el árbol donde nos conocimos.
-Mira Linda, el árbol donde nos conocimos, mi árbol de los deseos.

Me contó algo de lo que yo no estaba al tanto en todo este tiempo.

Con su voz suave me relató:
-El día que te conocí, me encontraba arriba de ese árbol, ahí he llegado a componer canciones y me siento cómodo entre sus ramas, deseaba tanto conocer a alguien de quien pudiera enamorarme, y poder  tener  una relación sincera, y fue cuando miré hacia abajo y te vi, ahí estabas con tus audífonos puestos y estabas cantando, pensé que no había escuchado una voz tan dulce y trate de bajar sin hacer ruido, pero no lo logré, me escuchaste, y  volteaste, rápidamente me escondí detrás con muchos nervios, así que me di valor y salí a conocerte.

Claro, como olvidar esa primera sonrisa, pensé.

Michael continúo:
-Y no me arrepiento de haberle hecho, que no supieras quién era yo, fue parte de lo que también me agrado, eres la chica que esperaba, ahora agradezco haberte conocido, y estoy loco por ti.

Se mordía su labio, tímidamente

Me encantaba ver como lo mordía.

-Yo también agradezco haberte conocido, aunque…  Hice una pausa y me alejé unos pasos.  - De verdad te digo que no sabía quién eras. 

Sabía que eso le iba a hacer respingar en su ego.

Me contenía tratando de no estallar en carcajadas.

Michael abría la boca de par en par divertido.
Puso las manos en la cintura haciéndose el asombrado y tratando de parecer ofendido.
  
-Eso si no te lo puedo creer.

-Créelo, siempre te lo dije.

-No lo creo, ¿Cómo no ibas a conocer a Michael Jackson?, si todo el mundo conoce a Michael Jackson.
Volteé y le saqué la lengua.

-Por supuesto que debe usted creer que no todo el mundo le conoce como me pasó a mí, señor Jackson. Y me alejé de nuevo otros pasos, tratando de parecer solemnemente seria.

-Elizabeth ven aquí.

-No. Conteste infantilmente.

No aguantamos más y las risas empezaron a fluir a través de nuestras bocas.
Comenzó a perseguirme por la cocina, tomó una uva entre sus dedos y como todo un  diestro tirador me lanzaba aquel proyectil, dando justo en el blanco.

-Te di. Chillaba de emoción.
Tuve que tomar varias uvas, no tenía tan buena puntería como él.

-Yo también te di.

 Michael tomaba lo que podía entre sus manos para aventármelo.
Tomamos un par de cazuelas para taparnos a modo de escudo.

Se nos había hecho costumbre jugar con algo todos los días, si no eran guerras con agua, era con almohadas, comida, en los juegos, go cars, en los caballos, etc.

Nos subíamos a la rueda de la fortuna por las noches antes de acostarnos, sentados en una de las sillas, tomados de la mano, recargada en su hombro, girando lentamente y ver toda Neverland iluminada, cada noche parecía Navidad, con todas esas luces que prendían y apagaban frente a nuestros ojos y a la vez tan cerca de las estrellas si mirábamos hacia arriba.

Comprendía porque él amaba tanto este lugar.


Y regresando a nuestra guerra de comida queda de más decir que la cocina quedó hecha un desastre y que reíamos sin parar.

Al final terminamos sentados en el piso, observando nuestro tiradero, orgullosos de haber dado batalla y que ninguno se rindió.

 Michael me tomaba amorosamente entre sus brazos, y me soltaba besos en la frente.

-Saldré con Prince al jardín ¿Quiéres venir con nosotros a jugar?

-Sí, pero en un momento, ¿Está bien?

-Está bien Liz.
Él todavía continuaba riendo, la sonoridad angelical de su alegría es contagiosa, era imposible no seguirlo en esa felicidad destellante que propagaba.

Michael me besó de nuevo y se paró, fue por Prince y salieron juntos.

La verdad yo quería observarlos un momento por la ventana.

Suspiré.

Era como ver una escena surrealista, los pájaros revoloteaban alrededor de ellos.
 Y el sol al bañarlos con su luz les provocaba esa singularidad de parecer que tenían brillo propio, como si sus mismos cuerpos fabricaran ese resplandor.

Observaba como lo colocaba firmemente entre sus manos y lo alzaba por sobre su cabeza para mecerlo entre el aire y hacerlo sentir que volaba, Prince estaba feliz.
 Me sentía la mujer más afortunada del mundo.

Acomodé una mano en mi barbilla, y comencé a recordar como yo, una chica que había nacido en Nueva York, tuvé que irme a la India, y después todo lo que tuve que pasar, para que,  por obra del destino ahora estuviera aquí.

También pensaba en Michael y como me había comentado tantas veces que no deseaba hacer  más giras, lo entendía, pero contratos para presentaciones le seguían llegando, y estaba segura que alguno lo iba a terminar convenciéndolo, aunque él no estuviera totalmente de acuerdo.

Asimismo estaba consciente de que algunas de las personas que trabajaban alrededor de él no eran de fiar, eran como cuervos que perseguían más sus intereses que los del mismo Michael, esperaba buscar el modo para que él no los acercara a su vida.

Aún seguían viniendo niños de diferentes fundaciones e independientes,  niños enfermos que al verlos salir tan felices de aquí no tenía precio, era indescriptible ver como  se sentían mejor después de su visita en este paradisiaco lugar.
Era un milagro sin duda.

Exhalé  profundamente.

Estando aquí, en este momento, no sé qué deparara nuestro rumbo.

Aún quedan años por continuar, cosas por hacer, en este momento estamos en una etapa increíble de nuestras vidas, pero el destino es caprichoso, la vida sigue su curso y no sabemos que pasará después.

Pero algo que es cierto y que Michael sabe es que siempre estaré apoyándolo.

Nos teníamos el uno al otro.

Una voz familiar me sacaba de mis pensamientos.

-¡Vamos linda, acompáñanos!. Alzaba su mano y la movía invitándome a unirme a ellos.

Levanté las comisuras de mis labios,  quería darle una nueva noticia a Michael y este sería el mejor de los momentos.

Estaba embarazada nuevamente.

Salí y me tumbaba junto a ellos en el suave pasto de Neverland, los abracé a los dos y nos acostamos ahí mismo entre el trinar de los pájaros y el melodioso sonido tintineante de las fuentes de agua que parecían evocar una suave canción,  para escuchar de los labios de Michael la historia fantástica de Peter Pan, ahí junto a nuestro árbol, el árbol de los deseos.

Me encantaba escucharlo narrarla, con tanta pasión nos adentraba en ese mundo de magia y fantasía, ese mundo que solo Michael era capaz de lograr.

Lo abrazaba mientras contemplábamos absortos como daba entonación a las voces de los diferentes personajes, y como movia sus brazos y cerraba y abría las palmas de sus manos, zurcándolas por el espacio vacio, para enfatizar aún más las frases que expresaba con tanta elocuencia.

Peter Pan era su cuento favorito, y ahora el de Prince y el mío también.
 
Podía sentir como nuestras risas se escuchaban a los lejos, pidiéndole que nos contara más.

Así era nuestra vida por ahora en Neverland.

Y como en un principio te escribí,  si piensas que en esta vida ya no hay nada más, si te sientes solo, y que nada mejor te puede ocurrir, te puedo decir que estas muy equivocado, la vida es simplemente maravillosa y uno no sabe lo que puede ocurrir después.

Pero sobre todo no dejes de creer que si lo puedes soñar lo puedes lograr.

Soy Elizabeth Porter y esta es mi historia.


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Quisiera agradecer a todas las personas que han seguido la trama de esta novela, quiero agradecerte por tu apoyo y por el tiempo que me prestaste en leer esta historia que surgió un día y que ahora ha llegado a su final.
Gracias a ti por permitirme mostrarte mis sueños, mis ilusiones.
Pero sobre todo agradezco a MJ que me permitió soñar, que fué el muso de mis fantasías, que me permitió compartir con él aunque sea en sueños, que me dejaba llevar pensando en él en mi relato, mientras una historia fluía en mi mente.
Gracias que me permitió vivir este sueño junto a él, que me dejó cumplir esta ilusión de sentirme a su lado aunque sea en un relato.
Siempre estara en mi corazón, y se que seguiré relatando de pronto alguna historia fantástica en mi cabeza con él, porque las grandes personas nunca se olvidan, se quedan por siempre en uno.

y como diría una frase de una historia querida por MJ:

"Nunca digas adiós, porque decir adiós significa ir lejos, e ir lejos, significa olvido"
Peter Pan

Asi que no diré adios, sonreiré y esperaré si en algún momento nos volveremos a encontrar.

Gracias por todo.

Liz 
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