CAP. 77

Dentro del lúgubre lugar, a media luz, debía “bajar” por una especie de elevador mientras las miradas de los cuadros ahí colgados parecían que me observaban, al salir entre a una especie de carro que bien cabían dos personas en él.

Empezó a marchar por unos rieles que era su camino habitual, estaba espantada, ya no sabía decir si por estar sola, o por no saber con qué sorpresa me caería Michael, que bien sabia que le gustaba hacer bromas.

Lo que menos espere fué que el carro se detuviera en medio de un “cementerio”, y una brisa helada se dejo percibir.

-Michael Joseph Jackson, está bien, ya estoy asustada, sal de donde estes.
No escuche nada.

Me bajé y camine en medio de fantasmas irreales volando a mi alrededor, detrás de una tumba vi moverse algo.

Debe ser él.

Mordí mi labio y camine segura de la persona quien yo creía que estaría ahí. Daba pasos ligeros.

Pero mi corazón comenzó a golpear demasiado.
¿Por qué? ¿No reconoces a Michael? Como si quisiera entablar una conversación con la extraña conducta de mi propio corazón.

Me pare viendo por uno de los espejos que se encontraba a los costados.
Abrí la boca por completo.

Trate de observarlo, agachado no me pareció entonces que fuera Michael, aún encorvado como se encontraba parecía más alto con una forma corporal diferente y con algo brillante en la mano.

¿Un cuchillo?

Exhale hondo, di pasos hacia atrás apretando las manos.
Debe ser Sal, ¿Qué es eso en sus manos? ¿Quiere herirme?

Solo alcancé a notar que se levantó lentamente y mi voz se trabó en ese momento, mire a los lados buscando una salida, y corrí.

Por fin empezaban a fluir palabras de mi garganta.

-¡Michael! ¡Michael! ¿¡Dónde estás!?-. No pude voltear hacia atrás, escuchaba pasos muy cerca.

Corría tan rápido que choque contra un cuerpo del que quise defenderme.

-Shhh! Tranquila, todo está bien-. Me sujetaba fuerte, estrechandome hacia él.

Jalaba queriendo zafarme.

Con sus manos sostuvo mi cabeza acariciandola y haciendo a un lado mi cabello.

-Michael-. Sentí su aroma, abrí los ojos, y me quite las lágrimas, para poder verlo mejor.

Lo abracé fuerte. Sentía que no volvería a verlo nuevamente, hundí mi cabeza en su pecho.

-Perdóname linda, algo sucedió que el carro del juego se detuvo de pronto, solo debías llegar hasta la salida, donde me encontraba esperándote.

Con palabras entrecortadas, levante la mirada hacia la suya y apuntaba hacia dentro.
-Era Sal, lo vi, algo quería hacerme-. Sollozaba aún.

-¿Pero cómo?, los cuidadores del parque se cercioraron de que no hubiera nadie más.

Lo abracé más fuerte aún, ¿y si estuvo en mi imaginación? Pero ¿Qué tal si no?.

-¿Cómo puedo resarcir todo lo que sentiste hoy pequeña? Esta noche no fue nada como esperaba para ti, primero Lisa, que no quería que sucediera aquello, te vi salir entre el público, corrí tras de ti después buscándote, no te encontré, y luego esto, perdóname-. Acariciaba mi espalda, y besaba mi rostro, limpiando las lágrimas que quedaban con sus besos-.

-Sé que no lo hiciste con la intención, te creo a ti-. Coloqué mis manos apaciblemente en su cuello, rozando su nuca, clavando mis dedos entre sus rizos.

Agrando sus ojos mirándome con ternura.
Con sus brazos rodeando mi cintura.

– Ya sé como compensarte todo esto, pero será mañana por la tarde, ya que haga algunas grabaciones del video que hare con Janet, de Sal no te preocupes, la policía lo busca.

Eso esperaba.

Dio un beso en mi nariz, después en mis mejillas, en el mentón, su boca entreabierta rozaba suavemente todo mi rostro, robándome el aliento.

-Bésame-. Susurré.

Se acercó lentamente, sintiendo la suave piel de sus labios sobre los míos.
Como siempre los besos perfectos, tibios, húmedos y deliciosos, acariciándolos intensamente.

Al percibir sus manos frías las tome con fuerza entre mas mías para darle un poco de tibieza, hasta llegar a la misma temperatura.

El cuidador prendió una canción para nosotros por ordenes anticipadas de Michael, que se escuchaba por todo el lugar.

Era smile y con su voz, estaba feliz, por fin la había grabado, alguna vez en Italia me la tarareaba.

Bailamos un poco,meciendonos suavemente al compas del ritmo dulce y melodioso antes de marcharnos.

Esa noche entre sus brazos bailando deseaba saber que sorpresa tendría para mí esta vez.