CAP. 54

-¿Te vas a casar con mi hijo?, no me lo digas, se que así es-. Se paró acercándose a la ventana mirando hacia fuera-. –No te quiero cerca de él.

-Disculpe señor pero esa decisión solo nos corresponde a nosotros-. Empuñe las manos fuertemente subiéndolas sobre la mesa.
Giro para verme.

-El bien de Michael a mí me corresponde, hace un par de semanas Sal hablo conmigo y me dijo el tipo de chica que eres, solo una trepadora, que quiere su dinero y fama, estoy de acuerdo con él que Joanna es mejor partido para él, regrésale el anillo y dile que no habrá boda.
Esto era suficiente.

-Señor, usted no puede saber lo que le conviene a su hijo o lo que lo hace feliz si no platica nunca con él y lo escucha con interés, ¿Cuándo va a estar dispuesto a darle un poco de comprensión de padre?

-¡Eres una insolente!, ¡¿quién te crees?!-.

-Me creo la persona que ama sinceramente a su hijo, ¿eso no le da alegría?, ¿prefiere escuchar las patrañas de otras personas?-. No podía creer lo cerrado que Joseph se encontraba para sentirse pleno por la felicidad de Michael, mis ojos se rozaron de lágrimas, pero no iba a derramar ninguna frente a él-. Mantuve la cordura y el coraje.

-Tengo tiempo de conocer a Sal, él sabe mejor lo que lo hace feliz, te lo advierto déjalo, ¿quieres dinero?-. Sacó una chequera, acomodó una lapicera en su mano encontrándose listo para firmar-. ¿Cuánto quieres, medio millón de dólares?-.

Me levante de un salto sintiéndome profundamente indignada y lastimada por semejante insinuación, era claro que no se podría tener una plática decente con él, no escuchaba verdaderas
razones, caminé apresuradamente hacia la puerta abriéndola de par en par.

-Me ofende Sr. Jackson y siento demasiada tristeza que no sea capaz de darse cuenta de las cosas, le pido por favor que se marche.

-¿Te haces la difícil? ¿Quieres más dinero? No importa ya me dirás tu precio-. Guardó la chequera haciendo una mueca de insatisfacción.
Ese hombre jamás lo entendería, porque no le interesaba realmente conocer al maravilloso hijo que tiene.
Crucé los brazos esperando que saliera de ahí.

Se detuvo al pasar a un lado de mí y mirándome, exclamó en un tono frio e irónico.
- A mi hijo le puedo conseguir cien mujerzuelas iguales a ti-.
Abrí mi mano y azote una tremenda bofetada en su mejilla, sentí dolor al instante por la fuerza con que lo había hecho.
No dijo más, se acomodó el sombrero y salió de ahí.
Mario alcanzó a escuchar aquel estruendo y subió apurado.

-¿qué sucedió? ¿Estás bien?

-Si estoy bien, se quién soy y a quien amo, con eso me basta, esto no me va a desanimar, dejare que siga brillando el sol en mi vida, porque eso significa Michael para mí, sonreí rozando con mis dedos el dije que siempre llevaba colgando al cuello.

Los días que le siguieron fueron particularmente eternos e inclusive lentos, mi jefe no me daba respiro, llena de reuniones y cursos tanto en el periódico como en la fundación mis sueños de escaparme otro fin de semana para encontrarme con Michael se hacían pequeños.
Pedí permiso para poder encontrarme en su cumpleaños y viajar a su lado.

-Elizabeth, si quisiera concederte ese día pero será imposible, faltaste a la reunión de columnistas que se realizó el 27 de Junio por irte a Munich, podría darte otro día que quisieras, serán dos días de conferencias los días 29 y 30 de Agosto en Nueva York, es imprescindible tu presencia como representante del periódico.
Esta vez no fue sencillo solo irme como lo había hecho anteriormente, me sentía mal, estuve cabizbaja el resto de la tarde.

En la noche el teléfono sonó en mi departamento justo antes de irme a dormir.
-¿Hola?-.
-Linda, ¿cómo estás?
-Extrañándote como siempre-.
A Michael le explique la situación en mi trabajo y lo mucho que lamentaba no poder acudir a su lado en fecha meramente especial.

-No te preocupes, he pensado en algo, adelantemos la fiesta de compromiso, para el 31 de Agosto, viajare a Los Ángeles para verte y así será doble festejo junto con mi cumpleaños, invitaremos amigos y familiares cercanos nada más, la realizaremos en Neverland y Elizabeth espero ese día con ansias.
Sentí un alivio inmesurable, una alegría inagotable.
Deseaba que ese día también llegara, había muchas cosas que hacer, que comprar y organizar.
El día 29 de Agosto hice enviar docenas de girasoles a Alemania donde se encontraba en ese momento, deseaba que estuviera dichoso aunque no me encontrara junto a él, aquí encerrada en una conferencia en Nueva York, solo suspiraba por nuestra lejanía.

Llegué a mi habitación que rentaba en aquella ciudad esperando que el día 30 pasara y poder marcharme.
Me había acostado cuando el teléfono se hizo replicar.

-¿Hola?-. Aún somnolienta, contestaba.
-Elizabeth, no hagas la fiesta de compromiso-. El hombre misterioso.
-¿Por qué no?-.
-Temo por ti.
-Temes en balde, he decidido no hacer caso más que a lo que siento, buenas noches.
Colgué sin temer a nada ni a nadie, sería una fiesta inolvidable y tranquila junto al amor de mi vida, dormí esperando encontrarme con Michael de nuevo en Neverland.