CAP. 80

Michael corría a mi encuentro como una gacela, dando pisadas largas y ligeras, mostrando esa perfecta sonrisa por la cual pasaba mis noches y días en vela.

Unos pasos antes de llegar a mi encuentro sentí como una mano tiraba por mi muñeca, de repente me vi corriendo a un lado de Michael, seguíamos a Bill que nos llevaba a un lugar seguro.

Una horda de fans se colaban al lugar sin poder evitarlo.

El restaurant tenía un pasillo que nos llevaría a la salida posterior directamente, los chicos se tropezaban entre ellos siguiéndonos los pasos.

Fue precipitarnos dentro de la limousina y una maraña erizada de uñas se estrellaban contra las ventanillas del auto.

-Arranca-. Gritaba Bill al chofer.

Mis amigos transpiraban, pegados al asiento del auto y aún asustados, miré a Michael y lucía fresco tal cual lechuga, conversando y leyendo unas notas, tan habituado a todo esto.

Llegábamos al hotel, donde más seguidores lo esperaban, clamando su nombre, me tomó de la mano y entramos sin demora, Rosie parecía sentirse una estrella, saludando a todos.

Jalé a Michael para llevarlo a descansar y charlar entre todos, pero de nuevo era apartado de mí y ahora por su manager.

-Linda, no tardó, espérame en la habitación-.

Se alejó y no podía hacer nada al respecto.
Una mano en mi hombro me obligó a voltear el rostro hacia atrás.

-Descuida tiene una junta de negocios-. Mire a Bill cambiando la expresión de mi cara a una desencajada, palmee su espalda y seguí a mis amigos de viaje hasta el cuarto.

El día ya no me parecía tan reluciente, con la mirada fija al caminar podía notar como las partículas de polvo pasaban por entre mis ojos, ojala fuera polvo de hada para llevarme a Michael volando y disfrutar de este magnético lugar. ¿Lo tendrían ocupado todo el día? Nadie lo sabía a ciencia cierta.

Cuando entre mis amigos se tiraban almohadas, hacían pedidos a la habitación, meneaban su palma invitandome a su fiesta y no me sentía de ánimos para alegrarme con ellos.

Prendieron un radio, colocaron un caset.
Alex tomó un sombrero e intento hacer sin éxito el moonwalk.

Camine vacilante pegando mi cuerpo al marco de la puerta, crucé los brazos y sus carcajadas se alejaban, cerré los ojos perdiendome en la melodía, escuchando la canción de billie jean que acababan de poner, recordaba a los miles de fans gritando, y enloqueciendo al verlo entrar en medio de un halo de luz que iluminaba su silueta, y entonces empezaba la magia, Michael enloquecía, se excitaba y se estremecía como un caballo de carreras desbocado con cada paso perfectamente ensayado, mientras se contoneaba en su traje de lentejuelas brillantes, con su característico guante blanco, haciendo chillar al público pidiéndole más, extasiados con su figura larga y delgada mientras este trazaba curvas serpenteantes con su cuerpo fácilmente.

-¡Elizabeth!
Abrí los ojos, como si de un sueño me hubieran despertado.

-¿Te sientes bien?-.

Baje la vista al piso, suelo ser tan transparente que cualquiera podía notar mi tristeza.

-No te preocupes, tal vez mañana Michael este desocupado-. Trato de alegrarme Janet.

-¿Mañana?-. Fruncí las cejas ¿Está encerrado en juntas? ¿Y mañana? ¿Qué tal si sucedía lo mismo?

-Los veo después-. No quería arruinarles la fiesta.

Busqué un lugar donde pudiera estar, el hotel era inmenso, lleno de personas por doquier, pensaba que ni tan siquiera habíamos podido saludarnos apropiadamente, todo habia sido tan rápido.

Subí a la azotea, deseaba estar sola.

El sol comenzaba a cambiar de tonalidades a naranjas y rojos dibujando riachuelos en el horizonte, al asomarme podía ver a algunas mujeres caminar descalzas con sus vestidos sueltos levantando polvo del suelo al caminar, y llevando en sus cabezas bolsas enormes con ropa. Los niños caminaban aprisa detrás de ellas queriendo alcanzarlas.

Suspire.

Y me senté en una esquina donde alcanzaba a ver este maravilloso y emblemático lugar.

Abracé mis rodillas, pensando que tal vez mañana habría tiempo para estar juntos, tenía que ser paciente.

-¿Es hermoso, no?-. Tan absorta estaba en mis pensamientos que no escuche sus pasos.

Sonreí y abracé más mis piernas al oírlo.

-Sí, es hermoso este lugar-. Voltee la cabeza y lo vi acercarse a mí, se sentó frente a mí y baje mis piernas.

Sin decir nada, Michael posó suavemente su mano en mi cabello, recorriéndolo hasta las puntas, lo mire tomándole otra foto mental, tomó aire y juntó su frente con la mía, moviendo las palmas de sus manos hacia mi nuca cubriendola en su totalidad, mis dedos hacían remolinos tenues sobre su pecho, subiéndolos hasta sus mejillas.

Alcanzaba a notar como el sol se reflejaba en su rostro que como el más puro y fino mármol irradiaba hasta cegarme.

No son necesarias las palabras cuando el corazón está hablando,nuestros corazones palpitaban en una intensa conversación, solo debíamos escucharlos con atención, un solo latido contenía un millón de sentimientos y palabras que solo el otro entendía con claridad, estando juntos el mundo desaparecía, nuestra calidez nos envolvía como una tela invisible, compartiendo nuestros mundos en uno solo.


Hundí mi cabeza en su pecho, Michael se acercó hasta pegar su cuerpo al mío, sus brazos como si fueran enormes alas de un ángel, me cubrían en un reconfortable abrazo, llenando mi cabeza de besos y como osmosis traspasaban a través de mi cuerpo, dándome pulsos eléctricos por mis venas, llenándome de paz.

Estuvimos así mucho rato, abrazados.

No tardo mucho para romper el silencio.

-¿Te he dicho que te amo?
Sonreí.

-No, aún no.

-Te amo.

-Yo te amo más.

Levante la mirada y junto sus labios con los míos, el viento parecía querer enredar nuestros cabellos, y la primera estrella apareció en el firmamento, y como si estuviera de acuerdo en lo que veía, tintineaba con cabal brillantez.

No pude contenerme y agache la mirada de nuevo.

-¿Qué sucede linda?

-Deseo verte disfrutar de este lugar,¿podemos salir mañana? ¿tienes trabajo?

Miro hacia arriba y me abrazo de nuevo.

Su silencio me lo decía todo, estaría ocupado nuevamente.

La risa de unos niños que el aire nos traía parecieron hacerle un cambio.
Tomó mi rostro con sus manos.

-Vámonos.

-¿A dónde?-. Lo mire perpleja.

-Con Nayma Yaya.

Se puso de pie de pronto-. Les diremos a los chicos que se preparen, iremos en dos camionetas, y dile a Stella que te entregue las llaves de los autos.

-¿Quién es Stella?-.

-La asistente de mi manager, ella los tiene, ven sígueme.
Caminamos aprisa, esos nuevos bríos que Michael revelaba eran extraordinarios, se le veía feliz, él ha venido varias veces a este lugar y algo tenía planeado.
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¿Cómo estan?
Antes que nada quiero agradecerles cada uno de los comentarios que recibi en el capitulo anterior me llenaron de alegría y de inspiración, sigo haciendo mi mejor esfuerzo.

Tambien agradecerles por seguir apoyando a la novela en las votaciones que terminan este 20 de Enero, muchas gracias por el aprecio que tienen a esta su novela y sigamos apoyandola en las 3 categorías en las que esta nominada.

Un beso a cada uno de ustedes y que la vida les traiga muchas buenas y agradables sorpresas.
No olviden dejar un comentario.