CAP. 72

Esa mañana arreglábamos presurosos nuestras cosas para marcharnos hacia Neverland.
Extrañaba a mis amigos, desde que regrese no he tenido tiempo de pasar ni un día con ellos.

-¿Sucede algo linda?, ¿estás preocupada por Joseph? Me avisaron que salió muy temprano de regreso a las vegas-.
Eso era un alivio.

-Estoy bien-. Acaricié su mejilla y le di un suave beso, sonreímos y bajamos listos para irnos.

Michael de nuevo tras el volante, aunque tenía un mejor control del carro, no quitaba mis manos del cinturón de seguridad.

Solo hubo un percance en todo el trayecto, Michael estampó la defensa contra los portones del rancho. Nosotros estabamos bien, el auto no se podía decir lo mismo, aplastado de la parte delantera.
El trayecto de la entrada a la casa lo hicimos en un carrito de golf, por supuesto yo lo manejé.

-Espera-. Bajó sobresaltado, corriendo a los jardines de atrás.
¿Qué habrá visto?
Hice exactamente lo mismo que él, pero no pude avanzar más, la impresión de lo que veía me detuvo.
Estaba boquiabierta.

Había mesas, sillas, carrozas, música en vivo con melodías renacentistas, mucha comida, un pequeño castillo medieval, globos, serpentinas, adornaban los jardines, una enorme fiesta al estilo antiguo.
La servidumbre se encontraba ya disfrazada, las mujeres con esos enormes vestidos y pequeños gorros blancos, los hombres con mallas blancas y pantalones cortos.

Un abrazó me sorprendió.

-¡Elizabeth Taylor!-. grité y no dude en abrazarla, lucía espectacular con un vestido enorme y peluca blanca-.

–¿Pero qué sucede?-. La mire con una amplia alegría.

-Veras mi querida Liz, cuando Michael escucho la grabación donde te amenazaba Sal, su rostro cambió, lo volvía a ver feliz de nuevo, comprendió el engaño en el que habían sido sometidos ambos y esta es una fiesta que organicé al estilo siglo XVIII para celebrar su reencuentro, me da gusto tenerte de regreso y todo aclarado, ve a cambiarte, ropas con motivo de la época ya te esperan, Michael se está disfrazando en este preciso instante para ser…

-Un rey-. La interrumpí-. –El siempre será el rey-. Desvié la mirada para contemplar el sol introducirse juguetonamente por en medio de las ramas de los árboles, una ancha sonrisa se asomo en mi rostro. Mi ensoñación fue interrumpida al ver llegar invitados con sus disfraces de época y máscaras.

-Todos deben usarlas-. Enfatizo E. Taylor.
Corrí deprisa a cambiarme, ansiaba ver a Michael como todo un soberano.
El vestido que usaba era de color blanco con detalles en rosa, hombros caídos, escote pronunciado, falda grande, peinado levantado con unos bucles cayendo a un costado de mi hombro derecho, y una pequeña máscara.

Bajé para tratar de buscarlo, habían llegado más personas, mi sorpresa aumento al ver también a mis amigos, bromeábamos hablando a la antigua usanza.

Por entre los invitados, había alguien que llamó mi atención, alguien disfrazado de verdugo se metía sigilosamente entre la gente, lo seguí con la vista, una capucha negra impedía verle el rostro.

Alguien cubrió mis ojos.
Quité rápidamente sus manos para voltear a verlo.

Hice una reverencia en su presencia.
-Majestad-. Agachaba la cabeza en señal de respeto.
Él reía con total diversión.

-Lady Elizabeth, haga el favor de acompañarme, nuestros tronos nos esperan.

-¡Den paso a sus majestades!-. Gritaban nuestros acompañantes, todo era tan hilarante.

Ese verdugo nos seguía con cautela.

-Michael-. Murmuré en su oído-. - ¿quién es él?

-No lo sé, uno de los invitados supongo.

-¿Qué sucedió con Sal?
Resoplo.
Tiene una orden de aprehensión por las amenazas que recibiste, y se comprobó que estuvo malversando mi dinero.

-¿Lo atraparon?

-No, escapo, pero será mejor disfrutar del día, dudo que esté cerca, la policía se está haciendo cargo, mientras te hablare de mi nuevo álbum que estoy por sacar.

Lo escuchaba hablar, pero al voltear de nuevo, perdí de vista al verdugo.

Con la melodía en su mejor punto salímos a bailar.
-¿Elizabeth? quedate esta noche y mañana ¿quisieras acompañame al estudio de grabación?.

Lo besé con gran intensidad.
Por supuesto que quería hacer eso.

Extrañaba tanto estar de regreso y después de todo este tiempo, aquí estaba de nuevo a su lado.