CAP. 64

Alejada de lo que pudiera recordarme bellos y a la vez dolorosos percances, y enfrentando desafíos para rehacer mi vida.
Aquí me encontraba.
Un año y un par de meses habían transcurrido en mi antiguo hogar la India.

¿Qué fue de mi vida en este tiempo?

Bueno, retome mis amistades, regrese a dar clases, por las tardes trabajaba en un museo, encargada de mediar entre las exhibiciones antiguas que llegaban y también las que salían del lugar.

Estando ocupada todo el tiempo, haciendo cosas que me gustaban, conociendo nuevas personas, me distraía.

En el museo conocí a William, un joven inglés del cual obtuve apoyo de cierto modo, nunca le conté con detalles esa parte de mi vida, la que decidí dejar atrás.

Era amable, alto, delgado, de pelo rubio, ojos verdes, mirada cariñosa, y un tanto divertido.
Después de salir un tiempo, decidimos ser novios.

Aunque sentía quererlo, no era él ni la mitad de lo que había llegado a sentir por Michael, sus besos no tenían el mismo sabor dulce, no me estremecían sus abrazos, era a lo más que habíamos llegado en nuestra cercanía, lo único que William sabía era que había tenido una relación intensa y él pacientemente trataba de ganarme poco a poco, de eso había sido franca con él, y él entendía a lo que se enfrentaba conmigo, y lo aceptaba.

Un día mamá llegó de visita y él aprovecho para pedir mi mano.
Y entre festejos, trataba de ser feliz con esta decisión.

Mis amigas me acompañaban a elegir las flores, los centros de mesa, me dejaba llevar por lo que ocurría en el presente, era lo mejor para mí.

El tiempo nunca se detiene y el día de la boda había llegado.

Bienvenidos a la boda de Elizabeth Porter y de William Parker, rezaban las invitaciones.

El vestido de novia que había elegido era realmente lindo, no dejaba de mirármelo frente al espejo en un cuarto contiguo al templo, las madrinas reían animadas.

-Por favor déjenme sola un momento-.

En esa soledad que imperó de repente, miraba mi reflejo en aquel enorme espejo, esta era mi nueva vida y ya hacía tiempo que había aprendido a aceptarla.
Inhale y exhale varías veces, sonreí y salí del cuarto.

Mi velo, pensé, regresé al cuarto por él, estaba sobre una silla, lo tomé, la hora estaba apremiando, ya debía estar posicionada para entrar al templo, debía correr.

-Te ves bien-. La voz salía de una esquina, no sé cómo había llegado a entrar o en qué momento.

-¿Janet?, ¿qué haces aquí?-. No salía de mi asombro pero me había quedado claro lo último que me había dicho-. –Pensé que no querías verme nunca más-. Hice el ademán para salir de nuevo.

-Espera, perdóname, me porte muy mal contigo, tu no tenías la culpa, no sé cómo disculparme-. Lloró un poco.

El pasado me encontraba, ¿en este día?, di unos pasos hacia la puerta, pero, algo me hizo reflexionar en sus palabras.
Gire hacia ella, acercándome un poco.

-¿Cómo que yo no tenía la culpa, de que hablas?-.

-De esto-. Extendió un caset de audio hacia mí.

-¿Qué significa eso?-.

-Aquí está grabado todo lo que sucedió ese día en Neverland con Sal el día de tu compromiso.

-Pero ¿Cómo?-. Me quite los guantes de seda, para tomarlo.

-Uno de los hombres de Sal sabiendo lo que iba a suceder ese día lo grabo todo, escondido en algún rincón, después lo extorsiono durante muchos meses, le pedía dinero a cambio de no mostrárselo a Michael, un día Sal no quiso pagarle más y se cercioro de destruir ese caset, pero no sabía que existía otra copia, quiso después este hombre venderselo a Michael pero nunca se pudo acercar a él, otra persona se dio cuenta y lo compro, y él me lo dio a mí, apenas hace dos días que lo tengo en mi poder.

-Pero ¿Quién es ese hombre, quien te lo dio?-.

-No me dijo, solo menciono que era un hombre misterioso, fue todo.

-Pero no puedo, es el día de mi boda, no puedo hacerle esto a William.

-Ve Elizabeth, yo lo entiendo-.- William estuvo parado cerca de la puerta todo el tiempo.

-Pero…-. Balbucee un poco.

-¿Lo amas, no?, no te preocupes por mí, es mejor que seas feliz, este chantaje del que fuiste victima llego a su fin, sé que me quieres, pero debes estar con quien amas-. Me sonrió.

Lo abracé.

-¿Nos vamos Elizabeth?-.

-Pero ¿no se caso Michael con Joanna?-.

-No, nunca lo hizo, fueron chismes e inventos de la prensa y además Michael no la soporta, solo salieron un par de veces, nada más-. –Hay un avión que tomar a Los Ángeles, ¿lista para regresar?-. Guiño un ojo.

Parecía que el destino quería resarcirme todo lo que había sufrido, la tome de la mano y grite emocionada.

-¡Sí!