CAP. 67

Tenía miedo de voltear. Abrazaba mis piernas y encajaba los pies desnudos entre la arena, bajando la mirada.
Los pasos se detuvieron muy cerca.

Una ráfaga de viento fresco se dejo venir, inundando los últimos espacios de soledad y tristeza que había tenido este último año, y anticipando lo que en sueños solo podría añorar, me mantuve quieta, expectante.

-¿Te he dicho hoy que te amo?

Michael.

Apreté los ojos con fuerza, haciendo resbalar unas lágrimas, sosteniendo su voz en mis suspiros.

-No aún no-. Susurre.

-Elizabeth mírame-. Su tenue voz se convirtió en una súplica.

Gire la cabeza y abrí la mirada lentamente-. -Te amo-. Me dijo.

Miré su sonrisa resplandeciente, sus manos las guardaba dentro de los bolsillos de un pantalón blanco ligero, descalzo y una camisa blanca.
Solté el llanto.

-Ven linda, no llores-. No lo pudo ocultar pero también noté una lágrima rodando por su mejilla.

Me paré y camine unos pasos, hasta quedar a centímetros de él.

-Elizabeth-. Con su voz suave y dulce lograba tranquilizarme, con sus dedos rozaba mi frente y bajando delicadamente como si fuera frágil llegaba hasta el mentón-.

–No has cambiado, sigues siendo tan bella como siempre.

Mi corazón palpitaba incontenible.

Con mi mano acaricie su pecho, moviéndolo lentamente hacia su cuello, era él, y estaba aquí.

Solo conmigo, diciendo que me ama.

-Te extrañe demasiado-. –murmuré cerca de su oído-. – La carta no la quise firmar, yo..

-Shh, no te preocupes,tranquila, lo sé todo-. - suspiro tomándome por la cintura y estrechándome hacia él, lo rodee con mis brazos, colmándome de su aroma-.

–Olvidemos eso, ahora estamos juntos, linda, no te dejare ir de nuevo.

-Espera-. Me separe un poco-. -¿Y Lisa?.

-Estaba con el corazón tan destrozado que ella apareció de repente, pensé que tal vez podría volver a amar, pero no fue así, hace 2 semanas que le pedí el divorcio, nos separamos amistosamente, hace unos días fue por algunas de sus cosas a Neverland.

Sonreímos, ese era un momento que ansié por más de un año, mordió su labio, conocía esa invitación, mis labios se ajustaban perfectamente con los de él, comenzando en un beso suave, tierno, para después precipitarse, tornándose apasionado, intenso, húmedo, envueltos en el calor tropical, posando sus labios en mi cuello, mientras besaba impetuosamente su rostro.

Nos tumbamos en la arena. Deseándolo cada segundo más con el cariño que me demostraba.

Deteniéndonos un momento, contuvimos el aliento. Mirándonos de cerca, acariciaba las líneas que definían su rostro, memorizándolo a detalle en mi memoria.

-¿Linda?-.

-Dime.

- Ven-. Tomo de la arena el dije y lo coloco en mi cuello-. –Este te pertenece-. Agarró el anillo y lo guardo-. –Este otro te lo daré en un momento especial, y esta carta que me escribiste la leía todas las noches, fue de gran ayuda en días que necesite de no sentirme solo -.-Sacó una sonora risa. - ¿Sabes? estos días que estaremos juntos ya los tengo planeado, solos tu y yo.

-¿Estos días?

-Si amor, estos días.
Amor, que hermoso suena.

Nos acomodamos sentados en la arena, abrazados podía escuchar su corazón de nuevo, cerca del mío, mirando el ocaso del sol.

Acaricio mi cabello, solo él podía estremecerme completamente por dentro y por fuera.

En un frenesí de besos, se alzaron nuestros sentimientos, guardados y contenidos durante este tiempo, Michael me levantó, cargándome entre sus brazos sin dejar de besarnos entramos a la cabaña, y entre las delicadas sábanas, sellamos nuestro amor de tanto tiempo perdido, desnudos y envueltos en la luz de la luna que entraba juguetona por la ventana y que iluminaba tenuemente nuestros semblantes y con las olas del mar que enmarcaban el sonido de fondo.

Te amo, susurrábamos entre caricias,con el cabello revuelto y las miradas enardecidas, entregados más que al placer, al amor, con las piernas entrelazadas, y el calor que emanábamos, moviéndome sobre su piel, recorriéndome completa con sus manos, nos amamos durante toda la noche.

Se colocó detrás de mí, para abrazarme con fuerza, presionando su cuerpo contra el mío, logramos conciliar el sueño.

Después desperté,sin poder dormir del todo, emocionada aún, escuche a Michael dormir,respirando con paz, me voltee frente a él sigilosamente para mirarlo y en mi cabeza repetía la última frase que había escrito en la carta.

“lo único que deseo es estar a tu lado, hacer que te sientas seguro, ayudarte a dormir, recuperarte y solo amarte”.

Lo besé en la frente y dormí a su lado.

Rodeada entre sus brazos y con la calidez de su cuerpo.