CAP. 33

Tal vez sería Sal el que llamaba aunque no sonaba a él, ¿y si fingiera la voz? basta, colgué y no quise pensar más, no me iba a volver paranoica, agarre mis cosas y salí pero antes me lleve las deliciosas galletas que había dejado Michael para comerlas en el transcurso del día.

Durante este tiempo y como regularmente trataba de hacer, me levantaba más temprano para ejercitarme un poco corriendo unos kilómetros, antes de dirigirme al buzón a dejar mi columna y después a la fundación.

Estos días sin verlo se compensaban con las llamadas telefónicas que Michael me hacía por las noches, durábamos hablando horas, me paseaba con él teléfono inalámbrico alrededor de la casa, me acostaba en el piso, me recargaba sentada en una pared, prácticamente cenaba, me bañaba en la tina y me dirigía a la cama hablando con él, reíamos, reflexionábamos, hablábamos de mil y un temas, al final nos despedíamos con un te extraño y un te quiero, al decirle esto empuñaba suavemente entre mi mano el corazón que colgaba de la cadenita dorada que me había regalado Michael y que siempre traía al cuello, al colgar el teléfono suspiraba un poco triste con deseos que los días pasaran más rápido para llegar al fin de semana y verlo.

Pero tampoco no podía evitar levantar las comisuras de mis labios esbozando una leve sonrisa pensando ¿que tenía planeado Michael ahora?

Por fin ya era sábado yo seguía en la cama, sacando fuerzas para levantarme e irme a correr como trataba de hacer diario, eran alrededor de las 6 de la mañana, solo cinco minutos más y me levantaría, pensaba, pero el replicar del teléfono fue el que me acabo de sacar de la cama.

-¿Hola?. Contestaba aún con voz de dormida.

-¿Elizabeth?, buenos días, ¿como estas?. No podía más que sonreír al escucharlo, mientras enroscaba uno de mis mechones del cabello en un dedo.

-Buenos días,aqui extrañandote ¿y tu como estas?.

-Muy bien, pero hoy es el día, por fin podremos vernos de nuevo, mi chofer pasará por ti como en hora y media más o menos.

-Está bien, te preguntaría en donde nos vamos a ver, pero me dirás que es una sorpresa, y así me agrada más la idea, que sea una sorpresa.

-Si linda ya me conoces, por cierto Elizabeth, ponte algo muy fresco, un sombrero e incluso bloqueador si deseas.

-Está bien, me dejas con una gran duda del lugar pero eso hare, nos vemos pronto. Le decía riendo.

Me tumbe en el sillón al colgar, puse mi dedo en la barbilla pensado que me iba a poner, algo fresco y muy bonito por supuesto.

Voltee a ver el reloj y me di cuenta que alcanzaba a correr un poco, así que salí.
Mientras corría pensé en el vestido perfecto para ponerme, uno que una amiga de la India me había regalado antes de mudarme a Los Ángeles.

Era un vestido corto y blanco de lino y algodón con bordados, me lo pondría con unos zapatos que compre hace poco, eran unas alpargatas blancas cosidas a mano.

Al llegar a mi departamento y en cuanto estuve lista, el chofer ya estaba tocando en mi puerta, durante el recorrido, veía por la ventanilla del carro y me di cuenta que nos dirigíamos al sureste de California.
Empecé a ver un lugar desértico, más adelante vislumbraba varias personas, cámaras, y una especie de construcción tipo iglesia abandonada, estaban a punto de grabar algo.

Al verme llegar Michael corrió a saludarme, vestía una playera blanca sin mangas, un pantalón negro, zapatos negros y el cabello recogido. Me dio un beso y tomo mi mano.

-Me alegra verte linda, ven quiero presentarte a algunas personas, pero también quiero darte la bienvenida a la filmación del video “in the closet”.

No está de más decir que jamás había estado en la grabación de un video, si que era una sorpresa, esto me dejaba pasmada e interesada en todo lo que iba a ocurrir. Me presento a Naomi una modelo que iba a hacer su pareja en el video, muy simpática y amable.

Conocí a camarógrafos, asistentes, y a Herb Ritts el director. Me senté en una silla, Michael me parecía bastante profesional, se ponía serio dando algunas indicaciones para que todo saliera como él quería, ensayaba algunos pasos antes de empezar a grabar, checaba el sonido y hasta los ángulos de cámara.

A cada momento que tenía libre, Michael se acercaba hasta donde me encontraba a preguntarme si estaba bien, si necesitaba algo, estaba en todo y aparte se preocupaba por mí, diría que era adorable pero me provocaba más que ese adjetivo, verlo de ese modo en todo lo que estaba haciendo, esa música, el calor, solo podía morderme un poco la uña tratando de contener un poco la agitación que sentía en mi interior.

Al ver la edificación sola, me acerque a verla por dentro, caminaba en uno de los pasillos y escuche una voz conocida detrás de mí.

-¿Qué te ha parecido todo?.yo voltee y vi a Michael recargándose en una pared, cruzaba los brazos y me miraba con la misma expresión tentadora que me había hecho en Italia, cuando me sacaba la astilla de mi dedo.

-Tu trabajo siempre me ha gustado, y admiro todo lo que haces, este lugar es increíble-. Me recargue en la pared contigua, quedando frente a él, ponía una mano en mi espalda y con la otra tocaba mi cadena dorada.

 Le regresé la misma mirada, Michael podría ser tierno, inocente, romántico, risueño e incluso infantil, pero en este momento se me mostraba seductor, como aquel día.

Se alcanzaba a escuchar la canción de fondo, el calor era intenso, me encontraba transpirando aunque ya no estaba segura si era por la temperatura del día, me sentía húmeda en mi piel, moje un poco mis labios, y eche mi cabello hacia atrás, yo no iba a hacer ningún movimiento, quería saber qué es lo que haría él.

Michael también se mojaba los labios y mantenía la misma mirada, mientras unas gotas de sudor se deslizaban por su cuello para perderse bajo su playera.