CAP. 48

A estas alturas no tenía paciencia para ser amable. No sabía cuantas canciones había interpretado hasta este momento. Estaba hecha una histeria.

-¡No es justo que me nieguen la entrada, no hay razón!-. Gritaba enfadada, di una fuerte patada en la reja de acceso.

-Señorita, si no se comporta la llevare al cuarto de detención, se lo advierto-.

-¿A detención?, ¿usted me llevará a detención?, ¿sabe algo? no me importa-. Caía en tonos irónicos, creyendo imposible lo que estaba sucediendo, parecía una locura todo esto.

-Si usted continua comportándose de ese modo inadecuado me veré obligado a llevarla detenida, aquí mismo en el estadio hay un lugar donde quedará confinada hasta que las autoridades se hagan cargo de usted-. Cruzaba sus brazos, frunciendo el ceño, como si hubiera dicho la última palabra.

Contuve el aliento un momento, esta persona sin querer me daba una información que necesitaba para poder ingresar.
Deduje que si me salía de control y de mis comportamientos sociales adecuados me llevarían dentro del reciento, bien ¿eso querían? Entonces haría las cosas por las malas, era hora de violentar un poco las cosas por aquí.

Agarre una piedra y la alcé con mi mano, haciendo el ademán de aventarla furiosamente, hacia la ventana de la casilla de boletaje.

-Señorita se lo advierto, baje la piedra o estaré obligado a actuar.- Tomó su radio de comunicación y lo acercó hacia su boca.

CRASH! -. La había aventado con buen tiro, reí burlándome de su orden.

-Necesito ayuda, cambio, ¿me escuchan? necesito ayuda en la entrada-. Empezó a correr detrás de mí, tuve que hacerlo un poco difícil evitando que lograra alcanzarme para no ser tan obvia en mi objetivo de querer entrar.
Hasta que me deje alcanzar, sujetó firmemente mi brazo conduciéndome hacia adentro.
Divisé un uniformado que lo alcanzaba.

-Hey Günter, veo que te hiciste cargo-. Al voltear a ver a su compañero se distrajo, vi mi oportunidad y lo empuje.
De nuevo agilizaba mis pies velozmente.

-¡Deténgase!, -. Tomó su radio de nuevo-. Se solicita apoyo en las entradas del estadio, cambio, se solicita apoyo, cambio, mujer joven trata de entrar sin permiso, cambio.

Diantres!, me salían policías al paso, giraba para seguir desplazándome con potencia a grandes zancadas hacia el lado contrario, en este punto rezaba por un milagro. Varios policías me seguían pisándome los talones. Observé una de las puertas de entrada introduciéndome por ella.

Por fin estaba adentro ¡ESTABA ADENTRO!, un pequeño vuelco de alivio inundó mi ser, estaba agitada, exhausta ya no podía correr más, me moví en medio de la muchedumbre, dentro del concierto, tenía que llegar hasta adelante, alcanzaba a ver Michael sobre el escenario, faltaban pocas filas para llegar, un uniformado alcanzó a pararme en seco.

-¡Alto!-. Hizo que girara para sacarme del lugar, de repente una mano tomó mi muñeca.
-Déjela ir, viene conmigo-.
Bill Bray-. Por fin podía exhalar.

-Lo sentimos señor, no sabíamos-.
Aquellos guardianes tomaron distancia dejándome en manos de Bill.

-Elizabeth, ¿dónde estabas?-.

-Yo… yo-. Necesitaba más aire, respiraba rápidamente, ponía mis manos en las rodillas tratando de recobrarme de nuevo.

-¿Sabes? Acabo de pensar en algo, a Michael le encantará la idea.

-¿A.. dónde… vamos?.- Aun no equilibraba mi aliento, paré un segundo para ponerme los zapatos.

-Te llevaré al escenario, es tiempo de que una chica baile con él, que sorpresa se llevará, ¿eh?.

Mis ojos se abrieron enormemente, voltee a verlo, mi peor pesadilla hasta este momento se convertía en un dulce sueño hecho realidad, ¿Cómo negarme?, pasaba todo tan rápido que inmediatamente estaba posicionada cerca de unas escaleras.

Michael se dio cuenta de mi presencia, sonrió de gran satisfacción al verme, extendió su mano para ayudarme a subir, nuestras miradas se encontraban de nuevo, fundiéndose en una intensa llamarada.

Estando arriba inmediatamente presionó su cuerpo contra él mío, nuestras curvaturas encajaban perfectamente, sus labios y mejillas rozaban con esmero mi rostro percatándome de la ternura que me ofrecía, de repente parecía que toda la gritería del público se había dejado de escuchar como si solo existiéramos nosotros dos, bailábamos en un lugar donde solo los enamorados se encuentran sumergidos en su propio mundo, mis manos repasaban su cara suavemente, metiendo mis dedos entre sus tersos rizos, me llenaba de ese aroma que tanto había extrañado, todo había valido la pena para este momento, lo abrazaba, Michael tomó mi rostro con sus manos acercándose sutilmente, percibía su aliento tan cerca, a centímetros de mi boca se paró, observando hacia un punto detrás de mi espalda, voltee discretamente y alcancé a ver a Sal que le ordenaba que no me fuera a besar.

Mire de nuevo a Michael esperando ver qué decisión iba a tomar, sus intensos ojos devoraban mi mirada, mordió su labio y sin pensarlo más posó sus labios en los míos, abrazándome fuertemente, sus labios acariciaban los míos con vehemencia, lo había extrañado tanto estas semanas, hasta que sentí un tenue jalón por mi brazo de un hombre, dándome la pauta de abandonar el escenario, Michael me sujetaba sin querer soltarme.

–Te estaré esperando-. Le susurre al oído.

Y sin oponer resistencia era guiada hacia un costado del escenario donde Karen se encontraba aguardando mi presencia, alegre de verme, del otro extremo observé a Joanna mirándome con un gesto frío y de odio, la vi marcharse, sabía que intentaría algo en contra mía más adelante, pero hoy estaba libre de ella.
Disfrute del resto del concierto emocionada, gritando, apoyándolo, aplaudiendo, hasta que en el receso de una canción, Michael se acercó para decirme al oído.

-Tengo planeado algo especial esta noche linda, solo para nosotros.
Mi cuerpo estremeció totalmente.