CAP. 49

No existía un concierto más formidable y perfecto en este mundo, seguía extasiada aplaudiendo con emoción.

-Elizabeth, el concierto está por concluir el gentío empezara a juntarse en esta zona, sígueme te llevare a la camioneta donde subirá Michael-. Karen parecía conocer los movimientos que suceden en estos conciertos, me deje conducir libremente.

Era una camioneta de color oscuro, arriba se encontraba el chofer.

-Señorita, buenas noches.

-Buenas noches-. Le conteste esperando ansiosa a que llegara Michael, Karen sin tardar se retiraba.

Mire por la ventanilla a Sal pasar rodeado de muchas personas, afortunadamente no me vio pero sabía que estuve ahí presente.

-¡Linda!-. Grito emocionado Michael al verme en cuanto logro subir al vehículo, Bill se sentaba en la parte delantera.

Me dio un beso suave en los labios, acostándose en el respaldo del asiento, una toalla cubría su cuello, secándose el sudor que aún brotaba de su frente-. La camioneta se puso en marcha.

-Estuviste excelente, fenomenal, único-. Lo miraba feliz, entendía lo agotado que se debía sentir.

-Tengo unas malas noticias, hay que ir primero a una reunión que me preparan para festejar el éxito del primer concierto-. Hizo un gesto de fastidio.

Lo abracé, sujetándolo firme en mis brazos, él se dejo caer despacio hacia mis piernas acostándose, mirándome con su bella sonrisa.

-No te preocupes, estoy aquí para apoyarte y acompañarte.

-Lo sé linda, gracias-.

Michael volteo a mirar a su guardaespaldas.
-Podríamos parar por más agua, ¿por favor?-.

El transporte se detuvo cerca de una tienda de autoservicio y bajo Bill.

-perdón, pero yo también tengo sed, bajare un momento a traer un poco de agua para mí-.

-No señorita iré yo, no tardare-. El chofer bajo apresuradamente.
Mi plan funcionó, me quedé sola con Michael

-¿Te he dicho hoy que te amo?-. Acaricie su rostro, notándolo más tranquilo.
-No aun no-. Sonrió
-Te amo-.
-Yo te amo más-. Tomó mi nuca suavemente con su mano, incorporándose para besarme dulce y tiernamente.

Noté algo cerca del volante, que me daba una idea.

-Michael, dime sinceramente ¿quieres ir a la reunión?

-La verdad no-. Suspiro en un pequeño lamento, tallándose los ojos con su mano profundamente.

Me abalancé al asiento de adelante, mire hacia atrás y aun estaban en la tienda a punto de pagar las compras.

Habían dejado las llaves en el encendido.

-Vámonos un par de horas, tal vez lleguemos un poco tarde a la reunión, ¿Qué te parece?-. Tome el gorro del chofer y me lo puse en la cabeza-. Hiciste un gran trabajo y es justo que decidas lo que quieres hacer, por favor, dime, ¿nos vamos? Pero solo si tú así lo decides-.

Michael me miró, volteo a ver a Bill y al conductor, froto las palmas de las manos, se acomodo en el asiento del copiloto y empezó a reír como si de una gran travesura se tratara.

-¿Sabes manejar?-.

-Maneje un par de veces en la India, no creo que tenga problema.-

-Espera-. Se acomodó el cinturón de seguridad, se colocó sus lentes oscuros, una gorra que estaba en el asiento de atrás-. –listo, vámonos-.

Aceleré a fondo, logré ver a Bill y al chofer correr detrás de nosotros, pero sabía que lo entenderían, llamaríamos a Frank de algún teléfono.

-En nuestro pequeño tour observamos bellos edificios y monumentos-. Michael se veía feliz y eso era tan importante para mí, que se sintiera así.
Pero después de un par de horas y sin mapa, nos perdimos, no sé cómo pero llegamos a una vereda después de manejar sin rumbo, y en este punto me pregunto ¿Por qué a los hombres no les gusta preguntar direcciones?-.

-Elizabeth, estaba casi seguro hacia dónde íbamos, he venido varias veces.

-No te preocupes, ahora si le preguntaremos a alguien el camino de regreso.

Metí de nuevo la llave, pero no encendía, traté varias veces, no lo logre-.
¿Nos enojamos, nos frustramos?, nada de eso, reímos nuevamente.
Bajamos a buscar una casa que nos prestaran un teléfono-. Me guarde la llave de la camioneta.

Empezamos a caminar pisando el pasto en medio de la noche, Michael tarareaba la canción de Thriller, empezó a gastarme bromas tratando de asustarme.
-¡Cuidado un fantasma!-. Le parecía tan gracioso hacerme gritar-. ¡Una rata por tus pies!-.El sabe que no soporto las ratas.

Terminaba sucumbiendo a sus encantos humorísticos, era tan divertido, carcajeábamos demasiado.

Cayó de repente un tremendo agüacero.
Corrimos un rato hasta divisar una casa, nadie nos abría, giramos hacia un invernadero que estaba cerca, entramos y estábamos totalmente empapados.

Por suerte el lugar se sentía tibio.
-Michael, quítate la ropa no te vayas a enfermar-.

Ambos nos las quitamos y las colgamos de una repisa para que se secaran.
Nos quedamos en ropa interior, encontrándonos a cierta distancia, teníamos los brazos cruzados, el cabello escurriendo agua aún, mirándonos.
Solo Michael podía lograr que mi corazón palpitara a mil por hora, hacer que el piso temblara bajo mis pies y hacerme sentir nerviosa, solo con su cautivante sonrisa y con mirarme así, con intenso brillo y amor.

Y en medio de las plantas y las flores del invernadero iluminada por la tenue luz de la luna, contuvimos el aliento, observándonos.