CAP. 68

“I don’t want the sun to shine I wanna make love, Just this magic in your eyes and in my heart…”

Alcancé a escuchar a Michael cantar a lo lejos, desperté estirándome con enorme felicidad, sentía que había tenido el mejor de los sueños, pero este era real.

-Linda, despertaste-. Corrió con un par de platos a la cama.

-¿Tú cocinaste?-. Lo mire perpleja.

Me miro un momento y después agachó la cabeza entre risas.

-No, no te puedo mentir, hace un momento que los trajeron, dejé la orden desde ayer, pero quisiera empezar por el postre-. Me tomó por la cintura acercándome a él y besó mi cuello.
Feliz era poco lo que sentía.

Así abrazados, hablaba en voz baja.

-Tengo el día planeado, saldremos a caminar, andaremos a caballo, tengo un yate listo para navegar y después regresaremos a la cabaña.

Gire apartando un poco de su cabello del rostro.

-No-. Reí

-¿No te gusta mi plan?

-¿Qué tal si comenzamos por la cabaña.

Lo abracé besándolo con pasión, me recostaba sobre la cama suavemente, haciendo a un lado los platos con el desayuno.

-Espera-. Lo detuve un momento-. -¿qué cantabas?, me gusto demasiado.

-¿Te acuerdas la canción que empezaba a componer en las montañas?

-Si.

-Es la misma, hoy en la mañana la termine en mi cabeza y tengo un titulo para ella.

-¿Cuál?-.

-Break of dawn, y es toda para ti, dedicada solo a ti.

-Me encanta-. Mordí mi labio.

Entre cosquillas, las caricias renacían, imposible separarnos, los planes para ese día se vinieron abajo, solo podíamos permanecer en esa habitación.

Quitándonos la ropa lentamente, queríamos disfrutar de nuestros cuerpos, sentirlos, tocarlos, acariciarlos, brotando humedad sin cesar, lista para él, listo para mí.

Abandonados totalmente al placer, con la magia del ambiente, con el erotismo a flor de piel, excitados como nunca, solos, con el mejor clima del mundo, revolviendo las sábanas de seda de diferentes formas, comenzando con ternuras, tornándose después intenso, siendo salvajes, y tiernos de nuevo, así por separado y después todo a la vez.

Nuestras caderas sucumbían al fuego que renacía de nuestro interior, al mismo ritmo unísono y parejo que decidíamos dar, en momentos lentos, otros con total rapidez, en inmensa profundidad.

Explotando, gimiendo, clamando, amando, cayendo en total languidez y empezando de nuevo, sintiendo tocar la punta del cielo cada vez.

Era nuestro propio tiempo y momento, y en nuestro mundo existíamos solo nosotros dos.
Roces sin control, miradas encendidas, con los corazones entre llamas, incendiando todo al paso de nuestras manos.

Mordisqueando un hombro, arañando suavemente las espaldas, las figuras.


En la entrega se encontraba todo el amor guardado, y que ahora permanecía aquí, deseaba que se quedara por siempre.

Atardeciendo y acostada boca abajo y con Michael semi sentado, acariciaba apaciblemente mi espalda.

-¿Te he dicho hoy que te amo?
-No-. Sonreía complacida.
-Te amo.
Me gire a verlo.
-Yo te amo más.
Estas frases eran solo nuestras, afirmadas como un código diario, solo nosotros comprendíamos la magnitud de las mismas.

Besaba las palmas de mis manos con devoción, recorriendo con sus labios mi brazo hasta llegar a los míos.
Acariciándolos con inmensa ternura. Sus besos siempre justos y perfectos a los míos.

Apenas si habíamos comido, pero no teníamos apetito, disfrutábamos cada segundo, queriendo no perder ni uno más.

Michael agacho un poco la mirada.
-¿Te sucede algo?
-No, bueno si, un poco, dentro de unos días tengo bastante trabajo que hacer, pero no importa ahora estamos juntos, ¿sabes? No había podido dormir bien en todo este tiempo, apenas ayer logre dormir mejor.

-Eso me alegra, si tienes que quedarte despierto o no puedes dormir, yo te hare compañía, eso lo sabes.

-Lo sé, ven, vamos afuera, ya está anocheciendo, y quisiera que prendiéramos una fogata cerca del mar.

Y con las estrellas pintando el firmamento, centelleando, sentados sobre la arena, Michael cantaba, abrazándome con fuerza, mirando la fogata y el inmenso mar.

-Mañana, partiremos, será una sorpresa.

Empuje suavemente su rodilla con dicha.

Él sabe que adoro sus sorpresas.