Mi corazón latía sin control, cada que daba un paso crecía más mi ansiedad, si esto era verdad
causaría un enorme revuelo en nuestras vidas.
Tomé prestado uno de los
coches de Michael, no tenía tiempo de esperar por un taxi. Durante el camino comencé a
sentirme mal, tanto alboroto me tenía mareada.
Llegué a la dirección indicaca en la carta.
Al bajar y caminar un poco, me vi frente a una enorme puerta de madera de una casa de dos pisos y toque con nerviosismo.
Tardaron en responder.
La puerta se abrió lentamente.
Y fue cuando la tuve de
frente.
La observé con recelo.
-¿Debbie? ¿Es verdad? Dímelo
porque no podría soportar si lo que me escribiste es una mentira.
Me miró seriamente y resopló.
-Cada palabra que te
escribí es cierta, acompañame y podrás ver con tus propios ojos la verdad.
Dude unos instantes pero la seguí.
Nos subimos al carro en el que yo había llegado, pero el malestar que sentía me impedía conducir, Debbie se hizo cargo.
Con sus manos al volante conducía con total seguridad.
Llegamos con un doctor de su entera confianza.
-Será mejor que me esperes aquí, te traere todas las pruebas que necesitas saber, trataré de llegar pronto.
Ella se marchó, y me pareció atenta su
precoupación por mi salud, así que dejé que me
atendiera su doctor.
Una hora después Debbie
llegaba con una carpeta, sacaba hojas y me enseñaba con lujo de detalles todo lo que estaba ahí
escrito.
Lo leí cuidadosamente.
No sabía cómo reaccionar.
-Debo irme. Le dije
Tomé todos los papeles, los coloqué de nuevo en la carpeta y me dirigí a la puerta.
Volteé y vi a Debbie levantando su mano despidiéndose, me paré un momento y le hice la
misma seña.
Fue la última vez que la
vi.
Michael aún estaba en junta, íba a tener que interrumpirlo.
Era necesario.
Subí nuevamente al auto y sintiéndome mejor, manejé como un caballo desbocado.
Todas las emociones me
pasaban en ese momento, lloraba, reía, seguro las personas que manejaban a mis
costados pensarían que estaba loca.
Llegué tan rápido que estacioné mal el coche.
Salí prácticamente volando
buscando la oficina donde estaba Michael.
Entré al elevador y subí varios pisos, esperando encontrarlo.
Al salir del ascensor, me tope con Michael
Bush, su vestuarista, traía cargando el pantalón que le había hecho medirse a Michael
en nuestro viaje por América del Sur.
-Estos quiso usarlos para el
concierto.
Reí, Michael había cumplido
su palabra de usar esos pantalanes dorados.
Me despedí para continuar en su búsqueda.
Sonó mi teléfono celular.
Esa llamada confirmaba lo que Debbie me había confesado.
Era ahora más mi prontitud de encontrarlo.
Miré y ahí estaba la oficina, corrí presurosa y azote la puerta al abrirla.
Habían varios hombres trajeados,
que me pestañeaban asombrados.
Por fin lo miré, sentado en una
orilla de la enorme mesa rectangular, mirándome extrañado.
-¡Michael!.- Le grité.
-No puede estar aquí, me
decía un guardia.
Michael se paró de inmediato,
-Por favor se amable, ella es mi esposa.
El guardia se hizo a un lado, pidiéndome una disculpa.
Lo tomé de la mano y nos alejamos unos pasos de ahi, para tratar de evitar que nos escucharan.
Acarició mi cabello hacia
atrás.
-¿Qué sucede linda? ¿Pasa algo malo?
Tuve que tomar grandes cantidades de aire para poder expresar lo que estaba a punto de decirle.
-Estoy embarazada.
-¿Qué?. –Sonrió Michael
-¡Estoy embarazada! ¡Estoy
embarazada!. Saltaba entre sus brazos.
Michael no lo podía creer,
a mi misma me costaba creerlo pero era verdad.
Le conté lo que Debbie me
había escrito en la carta y saqué la carpeta con las pruebas.
Ella junto con Sal y
Joanna, habían tramado un engaño para tratar de separarnos una vez más, le pagaron al doctor del hospital para que nos falsearan la información.
Pero Debbie no soportó continuar con la mentira y quiso resarcirse mostrándome la verdad.
El doctor con el que Debbie
me llevó, me hizó unos análisis por los malestares que sentia y resulto que había llamado a mi celular para decirme que los análisis habían dado positivo.
Michael lloraba de felicidad,
sería papá, daba brincos, aventando carcajadas, agarrando su rostro con emoción.
Corriendo de un lado a otro.
Y abrazandome con fuerza sobrecogedora.
Todos nos miraban sin
entender.
Había uno que parecía entender y nos guiño el ojo. Bill.
Ibamos a hacer padres, y estábamos
a 4 meses de que comenzara su gira.
No había vuelta de hoja,
Michael quería que lo acompañara durante todo el tour.
Pero antes tenía que dar un
concierto especial en Brunei, dos meses después, esa noche llegaría y recuerdo que lo contemplé embelesada desde la primera fila y era la que más aplaudía.
Estaba hipnotizada, ese estado me lo provocaba verlo en su profesionalismo.
Iba de un lado a otro del escenario, serpenteando su cuerpo al ritmo de la música, sus pies tenían vida propia y danzaban llevando magia a todo el que le veia.
Su voz extraordinaria salía de su garganta para arrancar suspiros y gritos de emoción, que solo él podía provocar.
Yo estaba orgullosa y desde el escenario me aventaba sonrisas y miradas.
Después de ese concierto,vino la preparacion de los ultimos detalles para la gira en la que nos ibamos a embarcar en un par de meses más, dejé todo arreglado en la fundación para poder estar con él, lo acompañe a los ensayos y pronto ya estabamos en Bucharest,
Moscú, Rusia, mi vientre crecía, y Michael me daba gusto en todos mis caprichos.
Era tan dulce conmigo.
Nos dabamos tiempo para salir y pasear, nos divertíamos y teníamos cuidado con la prensa.
Justo después de sus presentaciones en Honolulu, se tomó un
descanso de casi 4 meses para estar conmigo en los momentos del nacimiento de nuestro primogenito.
No hubo problema alguno, un
hermoso bebé nacia y Michael quiso que se llamara Prince.
Estuve de acuerdo.
Ahora eramos una familia.
Después reaunudaría la gira nuevamente, paramos en Vienna, Munich, Dublín, Oslo, en Copenhagen le dieron una sorpresa, le cantaban las mañanitas por su cumpleaños, y Prince y yo lo mirábamos feliz desde un costado del escenario.
Los fans se quedaban afuera de los hoteles a donde llegábamos, Michael aventaba autógrafos por la ventana, era fantástico ver tanto cariño que le tenían en cualquier parte del mundo adonde íbamos.
Poco tiempo después, daba su gira por terminada.
Michael agotado, solo deseaba pasar tiempo con nosotros en Neverland.
Y cuando todo parecía
marchar bien.
Tuvimos noticias de Sal y
Joanna.
4 COMENTARIOS:
aaaaawww!! gran capitulo como siempre! no me esperaba eso de debbie, que bueno q no fue nada malo :D ...debo confesar que extrañare la novela :(
ojalá y te decidas a escribir otra o seguir con esta, por q vaya q tienes talento :D
saludos
summer <3
¡Que lindura de capítulo! Ya Elizabeth y Michael tienen un hogar más que conformado, hermoso, simplemente hermoso!!! Aaaay cuánto me hubiera gustado que nuestro amado Mike hubiera podido tener todo eso en la vida real, una mujer que lo amara inmensamente y fuera su compañera para toda la vida y le hubiera dado todos los hijos que él quería tener.
La novela aún no termina, pero ya se la extraña, haz dejado una huella en nuestros corazones a través de ella, querida Liz, ¡muchas gracias por todo!
Besitos
Anita.
Awww, es genial, espectacular, precioso, me ha encantado este capitulo, me he quedado sin palabras,sencillamente genial, que pena que ya quede poco para el final es una história perfecta, me encanta. Gracias por tan buenos momentos :)
Que gran novela, vaya que tienes talento para escribir novelas.
Me gustaria que siguieras con esta novela o con otra acerca de Michael Jackson porque esta te quedó muy bonita.
Gracias por publicarla.
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