CAP. 31

Michael estaba serio, miraba sus zapatos, se mordía los labios y sus dedos los pasaba nerviosamente por su mentón. Yo me recargue en el sillón y subí los pies dándole su espacio para hablar cuando estuviera listo.

-¿Quieres ser mi novia?. Me preguntó rápidamente. Con esa expresión inocente e infantil, que tanto atesoro.

-¿Cómo?, sonreí perpleja.

-Mira-. Michael giraba sus ojos en varias direcciones como tratando de acomodar sus ideas, respiro profundamente y me miro de nuevo.

-Sucede que hoy tuve junta toda la mañana
gesticulaba y movía sus manos rápidamente en cada frase que emitía tratando de complementar su relato
 Y continuaba
-Por la tarde salí con Bill a hacer unas compras, me ausente del hotel todo el día, Joanna estaba ahí cuando llegué y le pedí de la mejor manera que se marchara, Frank toco después a mi puerta para arreglar los pendientes de mañana y me dijo que te vio, yo temí por lo que pudiste haber pensado y por lo que has de haber sentido (ponía la mano abierta en su pecho), salí a buscarte en el carro, iba con Frank, dimos vueltas por las calles de Las vegas, no te encontré y me vine directamente a tu departamento a esperarte. Pero ¿sabes? cuando salí de compras con Bill me di cuenta que no te he pedido que seas mi novia formalmente por lo que busque esto.

Levantaba su dedo índice delante de mi rostro

– Espera, tengo algo para ti-. Me exclamó.

Michael agacho la mirada con el rostro sonrojado, el talón de uno de sus zapatos lo hacía sonar repetidas veces en el piso como si llevara el ritmo de alguna canción, movió su mano a su bolsillo y saco una cajita de terciopelo negro. Lo abrió y levantó una cadenita dorada con un dije en forma de corazón.

No podía pensar que existiera alguien más dulce que él.

-Es hermoso, no debiste hacerlo. Ponía mi mano en la boca asombrada. Estaba conmovida por su detalle.

-Lee lo que dice. Me decía mordiéndose el labio y en un tono ansioso.

Lo lei en voz alta
““My heart is yours forever. MJ”.

-Gracias, jamás me lo voy a quitar. Levanté mi cabello para que me lo pusiera.

-Entonces, ¿Quieres ser mi novia?. tenía una mirada impaciente.

Me acerque lentamente a él a la altura de sus labios.

-Me encantaría, -le susurre-.

Acaricie sus labios suavemente, él había dejado de sentirse nervioso y su mirada ahora reflejaba satisfacción, se regordeaba plenamente en esa sensación.

Después de eso no pude evitar decir.

-No debí haberle creído a Joanna, no sé, fue muy convincente. Parecía cierto todo-. Mis ojos asomaron tristeza por aquella situación.

-Shhh, -me tranquilizaba apaciblemente mientras me abrazaba- no te preocupes, ya no volverá a molestarnos.

Sus palabras me tranquilizaban pero no estaba segura de esa afirmación.

-¿Seguro Joanna nos dejara en paz?.- pensé.

También meditaba en la actitud extraña de Sal cuando llegue al hotel que inmediatamente corrió escaleras arriba, tal vez en ese momento convenció a la mucama de decir lo que dijo antes de que yo subiera, lo más probable es que Joanna haya estado ahí toda la tarde esperando a Michael para seducirlo.

El teléfono sonó, yo alce la mano para contestar en la mesita del otro lado del sillón.

-¿Hola?. Contesté

-Elizabeth, ¿estás bien?. Era una voz gruesa y rasposa de un hombre que no identifique y colgó.

-¿Quién era linda?

-No lo sé, colgaron, tal vez número equivocado.

-¿Qué te parece si dormimos aquí en el sillón?, está muy cómodo.
 Me dijo Michael mientras se acomodaba y daba unos ligeros brincos así sentado.

Sin darle más importancia al asunto, me paré.

-Está bien, iré por una cobija.

Rápidamente fui por ella al armario, él se había quitado los zapatos y la camisa, quedándose solo con la playera, el pantalón y los calcetines, se acostó y yo me tumbé encima de él, con mi cabeza en su torso. Me rodeo con sus brazos.

Tenía mi mentón en su pecho y subí la mirada a verlo.

-¿Podrías cantarme algo?. Hice la voz mimada y en un tono de súplica.
Michael sacó una tierna risa.

-Elizabeth, canto todo lo que tú quieras, Pero solo si me acompañas.

-Con mi horrorosa voz. Le dije riendo

-Con tu bella voz. Me dijo regalándome un beso en la cabeza.

-Está bien-. Dándome por vencida.

-¿Qué te parece si cantamos I´ll be there?. Levantando por completo mi cabeza.

-Linda, lo que desees. Exclamó suavizando y agudizando la voz, acariciaba mi cabello.
Las primeras estrofas resonaban en mi espacio habitacional, eran armonía y dulzura.

“You and I must make a pact. We must bring salvation back, where there is love. I´ll be there”…

Trataba de no cantar muy alto para poder escucharlo mejor.

Me abrazaba fuertemente, podía escuchar los latidos de su corazón claramente y con su respiración formaban la melodía perfecta a nuestra canción.

Yaciendo en sus brazos, apaciblemente levanté mi cabeza nuevamente para juntar mis labios con los de él, probaba su agradable sabor de nuevo, mientras acariciaba mi rostro suavemente.

había sido un día muy pesado para los dos, hasta que el sueño finalmente nos vencio.