
La puerta de enfrente y la trasera estaban cerradas, cheque las ventanas y estaban completamente bloqueadas, mire hacia arriba y vi una ventana que fácilmente podría llegar a ella través de un árbol que se encontraba a un lado, cerré los ojos y pensé, si Michael puede subirse fácilmente a uno yo podría hacerlo también, pensando en eso me alentaba a lo que estaba a punto de hacer.
Trepé hasta encontrarme en la rama más alta del árbol haciendo cabriolas tratando de mantener el equilibrio, mis esfuerzos se vieron recompensados cuando aquella ventana cedió fácilmente y logré abrirla, prácticamente me aventé y caí sentada.
-Auch! mascullé
Tomé la lámpara que traía en un bolsillo de mi pantalón. Estaba en su recámara, me abalancé a los cajones, buscando y palpando en cada uno buscando algo pero nada, sólo había ropa.
Escuche un maullido y un gato se postro en la entrada del dormitorio mirándome fijamente, de seguro era su mascota.
Iría al piso de abajo a buscar su oficina, baje calmadamente y el felino me seguía como cuidando mis movimientos, me empezaba a poner nerviosa.
Observé la cocina, comedor, sala y hasta el fondo otro cuarto, ese era el lugar, agilicé los pasos y entré, buscando en su escritorio pero estaban bajo llave. De repente escuche que abrían la puerta principal y entró Sal, oí sus pisadas, al momento marcó un número, su voz tranquila en el auricular iba en aumento hacia enojo y furia total, hablaba con Joanna, escuche mencionar su nombre varias veces y maldecirla, al final colgó y aventó el aparato.
Su estúpido gato se acurruco en mis piernas, mientras maullaba quedamente.
-Drako. ¡ven aquí!. Trato de suavizar la voz, llamando a su felino.
Lo escuche pararse y me escondí bajo un hueco del escritorio, con el pie aventé al gato suavemente hacia fuera haciéndolo resbalar por el piso y maullo fuerte.
-Ahí estas, ven acá. Sal entró a la oficina y lo tomó saliendo de ahí, no me vio.
Miré arriba de una repisa y vi una carpeta que llamó mi atención, la agarre rápidamente aprovechando que estaba en la cocina y la abrí, prendí la lámpara de mano y leí algo sobre cuentas bancarias en diferentes partes del mundo, había un sobre que decía “confidencial”, y lo mejor vi un papel que estaba escrito que los días de la grabación del video si estuvo en california y no en NY, tenía que revisar todo estos papeles en mi casa, ahora debía salir de ahí. El gato corrió de nuevo a mí y no había apagado la lámpara.
-¿Quién está ahí?. Grito Sal violentamente.
Sus pasos los dirigió hacia la oficina.
Me alcanzó a ver y le di la espalda para que no me viera el rostro, me tomo por los hombros y me aventó al escritorio. Ladee mi cara lo más de lado que pude, la oscuridad del cuarto me ayudaba.
-¿Qué traes en las manos?-. sin preguntar nada más me arrebato los papeles.
Un ruido ensordecedor se escucho al romperse la ventana de la puerta de la cocina.
Aprovechando la distracción lo aventé con los pies y el cayó un poco aturdido.
Al verme con esa oportunidad mis pie se movieron velozmente a la entrada principal, tenía los seguros. Estaba muriendo de la ansiedad y del miedo.
-¡Eh!, detente ahí.- me grito, afortunadamente aún no me reconocía.
Por fin cedió el último seguro.
Tropecé al salir de la casa, lastimándome un tobillo.
Corrí como pude hacia la calle, él se encontraba muy cerca, casi podía sentir su mano en mi hombro, un carro negro que apareció de la nada se le aventó a Sal, por lo que este se quitó del camino haciéndose a un lado, seguí corriendo otra cuadra más y un auto verde se me cerró al paso.
-Corre Elizabeth, entra-. Era Mario, justo a tiempo, entre rápido, mientras escuchaba a Sal vociferando por mí, por su ladrón fallido que nunca supo su identidad.
Me encontraba desconsolada en el carro. Con un tobillo lastimado.
-¿Qué paso Elizabeth? ¿estás bien? ¿encontraste algo? . Trataba de mirarme mientras conducía velozmente.
-Sí, tenía pruebas en mis manos pero me las quitó. Golpeaba la guantera, tratando de evitar llorar.
-No te culpes, por lo menos sabes que si se trae algo entre manos y pronto podremos buscar esas evidencias e irá a la cárcel. En realidad me animaba un poco, tenía razón pronto lo descubriría.
-Por cierto gracias por romper la ventana de la cocina y distraerlo para que pudiera salir.
-No Elizabeth, yo no fui, apenas tenía poco de haber llegado cuando te vi salir de la casa. Me miro sorprendido.
-¿Y el carro negro? Si no fuera por él, probablemente me hubiera alcanzado Sal.
-No lo sé tampoco. Me miro consternado.
Me dejo en mi casa y subí como pude las escaleras de mi departamento a ponerme un poco de hielo, estaba hinchado mi tobillo.
Sonó el teléfono.
-¿Hola?
-Elizabeth ¿sabes lo que haces?.. esa voz de nuevo.
-¿Quién eres?, ¿Me estas siguiendo?, ¿Qué quieres de mí?, ¿Por qué me llamas?. Contesté duramente.
-Yo estuve ahí-. Fue todo lo que dijo y colgó
¿El estuvo ahí?, esperaba que no fuera otra persona que me estuviera siguiendo los pasos para tratar de hacernos daño.
Mi noche se terminaba con más interrogantes y contestando otras dudas a la vez.
A la mañana siguiente no lo podía creer 3 reporteros me estaban siguiendo haciéndome preguntas de mi novio superestrella, pero todo fue peor cuando llegué al periódico.
De verdad que ya extrañaba a Michael.
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