“Aquel día decidí cambiar muchas cosas
Aquel día comprendí que los sueños
Son solamente para hacerse realidad,
Desde aquel día ya no duermo para descansar
Ahora solamente duermo para soñar”

Walt Disney


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CAP. 39

sábado, 19 de junio de 2010


Lo abrazaba pero algo no estaba bien, parecía desmoronarse en mis brazos.

-Michael ¿estás bien?-. Me alejé y prendí la luz del pasillo, le quitaba los rizos y a la vez alzaba su rostro con mis manos para verlo mejor, tenía ojeras, se veía decaído, cansado.

-¿Qué sucede?-. Le mire preocupada.

-He trabajado mucho estos días, casi no tengo tiempo de descansar, deseaba verte otra vez, solo puedo quedarme un momento, abajo me espera Bill para regresar,

-¿Y tú cómo estás?-. Las últimas palabras las terminó en un susurro. Acariciaba mi espalda apaciblemente.

-He estado muy bien, pero me preocupas más tú-.
Durante este tiempo y por nuestras llamadas telefónicas él sabía que yo tenía un empleo nuevo, Michael conocía que la causa había sido por las fotos que mandaron anónimamente al periódico, por lo de Sal no quería preocuparlo hasta no reunir las pruebas que necesitaba.

Fuimos al sillón, se sentó, me hizo una invitación a sentarme en sus piernas abriendo sus brazos, me acomodé sobre él y hundí mi cabeza en su pecho.

Me estrechaba enérgicamente hacía su cuerpo, no era justo tan solo teníamos un momento para estar juntos, no podía dejarlo irse así, abatido como se me mostraba.

Cerré los ojos, percibía su aliento tibio en mi rostro, inhalaba su aroma profundamente, quería llenarme de él, nos envolvíamos con caricias tenues, de entre los cientos de pensamientos que invadían mi mente en ese momento uno se detuvo y de pronto abrí los ojos de golpe.

-Tengo una idea-. Mostré felicidad.

Me incorporé pare verlo y lo besé con fuerza, sentía una fuerte vivacidad recorrer todo mi ser, me voltee hacía él, hincándome sobre el sillón abriendo mis piernas a los lados para quedar sentada de nuevo frente a él sin dejar de besarlo, lo abracé del cuello. Él me respondió con la misma intensidad, la pasión nos invadió unos instantes, hasta que su curiosidad hizo que se apartara un poco.

-Pero linda ¿Qué idea tienes?.
Lo besé una vez más.

-Espera.- Me levante y fui a la entrada de mi departamento donde tenía varios folletos comerciales que me llegaban junto con el correo, tome uno, me senté de nuevo en sus piernas y se lo enseñe.

-¿La vida entre la naturaleza?.- Lo leyó sin captar la idea.
Lo besé de nuevo.

-Sí, esta es nuestra solución, escapémonos de todo por unos días, sin guardaespaldas, ni nadie, sólo nosotros, lejos de aquí, un lugar rodeados de lagos, cascadas, ríos, necesitas un descanso y yo también ¿qué opinas?-. Lo miraba esperanzada cruzando mis dedos, esperando que dijera que sí.

Posó sus dedos en los labios, una enorme sonrisa no tardo en aparecer en su rostro.

-¡Tienes razón!, me daré un par de días.
Me abrazó.

-¿Adonde iríamos?-.

-Se me ocurre un lugar tranquilo, hermoso y escondido en América del Sur. Le sonreí

-Estar en medio de la naturaleza contigo, me agrada pensar en ello.

- Hablaré para apartar lugares en el avión.

-No linda, déjame hacerlo a mí.

-No creo, ¿qué les dirías?, soy Michael Joseph Jackson y quiero apartar dos asientos?, llegando allá te pedirán una identificación más un tumulto de personas, si es que no te cuelgan primero pensando que es una broma, no hay problema yo lo haré, pero será en clase turista, ¿no importa?.

-Esa idea es mejor -. Lo vi más feliz aún.

Teníamos la suerte de nuestro lado, había asientos disponibles. Michael tomó el teléfono.

-No te preocupes Elizabeth, solo llamaré a Frank y le diré que me ausentare unos días, no le diré adonde.
Eso me tranquilizó.

Yo por mi parte solo le avise a mi mamá. Ahora Michael necesitaba un disfraz, no tardo mucho en encontrar cosas en mi departamento, denoté su experiencia en pasar desapercibido . Por último, tomé algunas cosas.
Saldríamos por las escaleras traseras del edificio, ellas daban hasta un callejón. Al bajar el último escalón me detuvo.

-Elizabeth ¿cómo logras esto?-. Su mirada brillaba y estaba tan cerca a la mía, siempre lograba hacerme estremecer.

-¿Qué es lo que logro?-.

-Hacerme sentir feliz, tranquilo, tengo suerte de tenerte en mi vida. Acarició mi cabello. Suspiro.

-No, estás equivocado, la suerte la tuve yo-. Me acerque un poco más.
Sus labios tocaron nuevamente los míos, dulce y lentamente.

Después nos precipitamos a la calle a buscar un taxi. Llegamos al aeropuerto con tiempo, nos movimos directamente hacia la sala de espera, Michael estaba fascinado, ¿solos?, ¿en un ambiente natural, con paisajes bellos y tranquilos?. ¿qué más podríamos desear en este momento para nosotros?.Dentro del avión lo veía sonreír mientras él observaba a través de la ventanilla. Recargué mi cabeza en el asiento, pensaba que lo único que me hacía feliz hoy, era estar a su lado, verlo contento, y si puedo librarlo de la pesadez y de sus penas por un par de días, sentía que había cumplido.

-¿Qué piensas Elizabeth?-. Volteo a verme

-En ti.
De repente junto su frente con la mía, sus manos las posaba serenamente en mis mejillas.

-¿Me prometes que trataremos de estar siempre juntos?-.

-Te lo prometo Michael. Me aferre fuerte a sus brazos, me besó en la frente.

Tratamos de acomodarnos juntos en nuestros asientos para descansar un poco, la mañana nos traería nuevas sorpresas.

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