CAP. 56

Entre a la casa dejando atrás temores irracionales, miraba por la ventana el esfuerzo que desempeñaba la servidumbre para lograr que el jardín luciera perfecto para esta tarde.
¿Se podría ser más feliz en la vida?, flotaba en una nube de un sueño hecho realidad.
Camine hacia el cuarto para arreglarme.

-Tenemos un asunto pendiente Elizabeth-.
¿Cómo logro entrar?, Voltee la cabeza cautelosamente sobre mi hombro.
Estaba parado detrás de mí.

-No quiero esto Sal, no estás invitado, vete-.

-Para lo que vengo a hacer no necesito invitación, por favor toma asiento.
Lo miré un momento y después corrí hacia la entrada buscando salir al jardín donde encontraría personas para estar a salvo.

No logré mi objetivo.

Alcanzó a tomar mi brazo con fuerza, lastimándolo y me lanzó sobre el sillón.

-No grites-. Acercándose a centímetros de mi rostro, sentí su nauseabundo aliento sobre mí piel, abrió su chaqueta y sacó un sobre que arrojo en mis piernas.
Alcanzó una silla para quedar sentado justo frente a mí.

-Lee la carta-. Cruzó una pierna y colocó una mano sobre su barbilla, esperando.

Abrí el sobre para hacer una lectura mental de aquello que desconocía:

“Querido Michael:

Mucho me he divertido a tu lado, pero esta situación ha llegado demasiado lejos, en realidad no pensé en llegar a comprometerme o siquiera a casarme a contigo, no sé porque permití que continuara hasta este punto, la verdad Michael es, que no te amo, jamás lo sentí, fuiste un juego para mí, salir con una superestrella no era lo que esperaba, fue bastante aburrido, no me busques y tampoco me llames, no resisto verte un día más o estar en tu compañía, esto se termina aquí. Y disculpa que me vaya de este modo, pero no deseo celebrar algo que no quiero.
Hasta nunca.

P.D.
Te adjunto el anillo de compromiso y el insípido dije que solo traía al cuello para complacerte.

ATTE:

Elizabeth Porter “


-Ahora fírmalo-. Sacó una pluma y la sostuvo frente a mí.

- Por supuesto que no-. Me llevé las manos a la cabeza pensando que todo esto era una locura.

-¡Lo vas a firmar ahora!-. Mire destellos de rabia en su mirada, pero no iba a hacerlo, jamás.

-¡NO!-. Aventé la carta por un lado, tomé con las manos las patas de su silla para hacerlo caer de espaldas.

Me moví velozmente hacia la puerta, estaba cerca.

Una mano alcanzó uno de mis tobillos haciéndome caer, golpeando mi cabeza en el piso, estaba aturdida, jalándome del pie me arrastro de nuevo hacia el sillón, no pude gritar, mi garganta estaba cerrada de la desesperación que me invadió.

Empecé a llorar y a sentir miedo, demasiado.

-Si no firmas, fatales accidentes les van a ocurrir a tus amigos, a tu madre e inclusive a Michael-.

Me miraba serio y seguro, su amenaza era real.

-¡No Sal, no lo hagas!-. Suplique de nuevo con la voz entrecortada-. -Nos destrozaras la vida a Michael y a mí, no lo hagas por favor, ni él ni yo nos merecemos esto, hare lo que quieras pero esto no, es imposible pensar en cómo se sentirá Michael al leer esta carta, se le romperá el corazón.

-Cuando te di opciones no las aceptaste Liz así que solo te queda esta, una llamada que haga y mis hombres se harán cargo, ¡fírmala ahora!.

Depositó de nuevo la carta en mi regazo, con la pluma.

Esto no me está sucediendo ¿porqué a mi?, mi vista se vio nublada por la humedad continua que brotaba de mis ojos, un sudor frío rozó mi frente, miré hacia afuera rogando que alguien llegara, o que algún milagro inesperado sucediera que lograra sacarme de esta pesadilla.