CAP. 63

¿Qué sucedía? Caminaba por los pasillos del periódico, pero me evitaban la mirada.

¿por qué?

Entre a mi oficina y se encontraban Lety y Mario sentados en una esquina cabizbajos.
Un periódico reposaba sobre el escritorio.
No dije más y lo abrí.

“Michael Jackson contraerá nupcias con la señorita Joanna Thomae en el mes de Abril en Neverland Ranch”.

-¡¿Qué?!

-Elizabeth, tranquila.

-No, ¿Qué es esto? ¿Se casa? ¿No pueden creer esto? ¿o sí? Es “the fake” este periódico es comparable con “the sun” es amarillista totalmente-. Tenía los ojos desorbitados y fruncí el ceño, lo arrugue con mis manos y lo tire.

-Pero no solamente salió en el “the fake” también en el “National enquirer”, y…-. Lety no podía disimular y volteaba al televisor que tenía en una esquina.
Apreté los labios, y fui directa a prenderlo.

En la mayoría de los canales de noticias y de espectáculos no hablaban de otra cosa.

-“Michael Jackson le propuso matrimonio a Joanna en París la semana pasada”-. Decía el conductor.

-“Joanna luce tremendo anillo en su mano izquierda”-. Comentaban otros.

-“La familia no puede estar más feliz por la pareja”-. Continuaban parloteando.

Pero al detenerme en el programa “today show” una entrevista con LaToya parecía confirmar la noticia.

-Mi hermano no puede estar más contento con este compromiso, le agradecemos tanto a Joanna que lo haya ayudado a salir adelante, su amor y su comprensión es lo que lo ha impulsado en estas épocas después de una terrible decaída que tuvo unos meses atrás”.

¿Pasmada?, era decir poco.
¿Horrorizada y petrificada?-. Sí, era casi el sentimiento acertado.

-¿Liz?, ¿Liz?, ¡¡Liz!!.
Volteé a verlos, deje caer el control remoto, aguantando la lágrima.

-Todo se solucionara, pero, bueno, ehh..-. Ni tan siquiera lograban decir algo acertado, sabían aún menos de todo el asunto que yo.

-Déjalo así, tal vez es el camino que él debe seguir y debo encontrar el mío-. Tome una hoja en blanco, escribí varías líneas y salí en busca del jefe.

-Señor-. Me paré frente a él, bastante decidida-. – Mi carta de renuncia.

-¿Por qué? dame una razón valida para aceptarla -. Con su cigarrillo en la mano, buscaba pacientemente en mis palabras la mejor respuesta que pudiera darle.

-Lo necesito señor, quiero irme un tiempo, por favor acéptela-. No podía mirarlo directamente sin quebrarme, con la verdad matándome por dentro, merodeaba en mi cabeza insistentemente.

-No, hagamos otra cosa, te daré vacaciones, tomate un par de meses y regresas, siempre tendrás las puertas abiertas, ¿de acuerdo?-. Sacó una bocanada de humo, inundando el espacio entre nosotros.

-Está bien-. Tomaría esa opción, lo que fuera, solo quería salir de ahí.

-¡Espera!-. Gritó Mario, queriendo detenerme, gire sobre mis talones para esbozar una sonrisa forzosa y agitar la palma de mi mano despidiéndome-. Salí de ahí.

¿Qué iba a hacer?
No lo sabía bien a ciencia cierta, pero en Los Ángeles no me iba a quedar.

-¿A dónde vas?-. Rosie estaba en mi departamento después de que Mario la había llamado para encontrarse conmigo.
Metía ropa en maletas, fotos, algunos libros.
No dejaban de resbalarme lágrimas, pero en esta ciudad yo estaba de más .

-Rosie, por favor debo hacerlo, cuida mi departamento, solo me iré un par de meses.

-¿A dónde?-. Su voz temblaba, era tan sensible, y su mejor amiga se iba con el alma destrozada.

No resistí y la abracé fuerte.

-Cuida a los niños por mí, diles que los quiero, por favor, estaremos en contacto, te mandare cartas.

-¿A dónde vas?-. Repitió con el último estribillo de la oración ahogada.

-A la India-. Por fin lo había decidido.

-Te acompaño al aeropuerto-. Quiso tomar una maleta, pero ella no entendía lo difícil que se me estaba haciendo todo esto.

-Amiga, no por favor, me iré sola, despidámonos aquí-. Le di otro abrazo enorme y fue todo.

Me precipité a las calles, tomé un taxi.

Sentada impaciente en la sala de espera, tenía la mirada perdida, recordaba cómo una vez Michael me encontró también sentada en el aeropuerto de Munich, miraba hacia atrás, deseando que apareciera de nuevo, pero no iba a suceder.

-“Pasajeros con destino a la India favor de abordar”-.

-Boletos por favor-. Entregue el mío, ya no había marcha atrás.

Acomodada en el asiento, mirando por la ventanilla había algo que no me había atrevido a decir.
La verdad era…

Que no iba a regresar.