CAP. 71

Lo observaba caminando lentamente unos pasos detrás de él, parecía ir en cámara lenta, los gestos, los movimientos los retrataba cuadro por cuadro en mi memoria, cada dos segundos giraba a explicarme un retrato, objetos, muñecos, todo lo que le entusiasmaba de su antigua casa.

-Mira, este me lo regalo Jacqueline Onassis, este otro es de un viaje a África.

Salimos al jardín, iluminada con lámparas, me mostraba el lugar donde solía tener a sus animales preferidos y que hacía tiempo vivían ahora en Neverland.
Cada historia y pedazo de su vida eran guardados como un tesoro en mi memoria.

Una ráfaga de viento frío se coló, Michael se quitó el sacó y lo colocó sobre mis hombros, besé su frente y mi mirada se desvió hacia un árbol, una sombra desaparecía detrás de él.
No quise decir nada.
Tal vez lo imaginaba y lo preocuparía sin razón.

-Ven, cenemos para poder descansar, fue un día agotador.

Michael traía estos días buen apetito y eso me alegraba ya que en tiempos pasados no deseaba siquiera a veces comer bien a sus horas.

-Ya sé que habrá, mi platillo favorito, pollo a la kentucky-. Una sonora carcajada se dejó escuchar de su voz.

En la mesa platicábamos Katherine, Michael y yo nada más. Cómo toda madre orgullosa de su hijo, sacó su álbum de fotos.

-Mamá, no las enseñes, las de bebé no-. Michael parecía un chiquillo haciendo pucheros de la pena que le daba que las viera, pero al final se dejo convencer.

Cada foto gritaba una historia, impresiones en Gary, con sus abuelos, en la escuela, a su llegada a Encino, que maravilla poder ver cada una, hasta que el cansancio se hizo presente.
Sin más nos retiramos al que solía ser el cuarto de Michael. Nos despedimos de Katherine hasta el día siguiente.

El lugar donde solía dormir Michael, estaba en orden, tenía una televisión en la esquina, muchos libros en un librero, cuadros de Disney.
Nos acostamos en la cama mirando el techo, tomó mi mano y la colocó sobre su pecho sin soltarla.

-Nuestros hijos llegarán a amar todo cuanto amo-. Volteo a mirarme, era la primera vez que hablaba de ese tema.
Mordí mi labio de emoción, cuando gire a verlo, él ya me miraba.

Estar a centímetros de él es ver el espacio infinito estrellado concentrado en sus ojos, la inocencia y la perfección en ese rostro, su aliento chocaba gentilmente en mi nariz, aspirándolo profundamente, haciendome perder la razón, resbalaba mis dedos por el contorno de su cara, sintiendo la suavidad de su piel entre las yemas de mis dedos.

-Te amo-.
-Yo más-. respondí.

Presionó sus labios sobre los míos, la distancia entre nosotros se fue acortando, entre besos y caricias, comenzábamos a hacernos cosquillas, la felicidad como si fuera cascada inundaba por completo la habitación.

La risa era tan fuerte que parecía golpear de rincón en rincón en la habitación y escaparse por la ranura de la ventana hacia el exterior, capaz de contagiar a todo el que la pudiera escuchar.

De repente la puerta fue abierta de golpe.
-¿Qué pasa aquí?-. Hablaba con una voz áspera.

-Joseph!-. Michael se incorporó de inmediato sentandose a la orilla de la cama.
Lo vi tan apenado y con cierto miedo.

Con su arrugado y gordo dedo apuntaba hacia mí.
-Señorita, dormirás en el cuarto de Janet, vamos rápido.
Michael quiso tomar un poco de control.

-Pero Joseph, ¿no estabas en las Vegas?-.

-Sí, pero regresé temprano, y los estuve observando.

Ahora entendía de donde se me hacía conocido ese carro estacionado afuera de la mansión, sin más salí de la recamara, no deseaba provocar problemas.

Eché una última mirada a Michael antes de salir, estaba completamente acongojado con la mano sobre su rostro.
Se me partía el corazón.

Una hora había transcurrido.

Era imposible dormir, daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, hasta que me puse de pie.

Abrí lentamente la puerta y alcancé a ver a Joseph en la sala.
Como si de un guardián se tratara.

Él pestañeaba inconsistentemente de sueño postrado sobre el sillón.

Me agaché abriendo lentamente la puerta, al verme fuera, cerré la puerta tras de mí.
Caminando de puntas por detrás de él, escuche un ruido y no alcancé a correr.
Era Katherine, mi salvadora.

-Joseph ve a la cama, aquí despertaras con dolor de espalda.
Joe gruño y caminó como pudo, no logró verme.

Llegué al cuarto de Michael de nuevo.
En aquella oscuridad tentaba la cama para acostarme a su lado, abrazándolo por la espalda.

-¿Elizabeth?

-¿Estabas dormido?

-No, pero ya pensaba en ir a tu cuarto y me ganaste.
Volteó frente a mí y le hice hacia atrás uno de los rizos que cubría su cara.
Tomó mis manos.
-Me siento como un niño cuando estoy frente a él.

-No, no te preocupes, entiendo cómo te sientes, a mi me hace sentir del mismo modo, pero no lo permitiremos más.

Michael sonrió sintiendo la comprensión que podía darle.

-Gracias.

-¿Por qué?-.

-Por ser tú y por estar conmigo de nuevo.

-Michael…
No terminé mi frase cuando me regalo un beso, después otro y otro más.

Abrazados podíamos dormir tranquilamente.
Juntos.

¿Se enojaría Joseph si nos viera en la mañana?
La verdad no me importaba y por lo visto a Michael tampoco, eso queríamos creer.

Mañana averiguaríamos el modo de irnos a Neverland sin tener problemas.


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¿Como estan?
primero quisiera seguir agradeciendoles por sus votos a mi novela, gracias por apoyarme, y mi mayor premio es ya que les guste lo que escribo y seguir esta historia de amor entre Michael y Elizabeth..
me han puesto una sugerencia en uno de los coments que ponga un chat.. voy a poner uno, claro que si..
tambien inclui un buscador para que puedan ir al capitulo que deseen leer..
y me gustaria saber si el buscador es de ayuda para ustedes.
pero tambien les pido que no dejen de comentar, sus comentarios me animan mucho de verdad..
las quiero a todas y a cada una de ustedes lectoras... gracias por estar y por apoyar.