CAP. 84

El resto del día estuve meditando, pensando, muy callada.

-Elizabeth, ¿todo está bien? , ¿Elizabeth?

Mis pensamientos eran tan profundos que me perdía por completo, no ponía atención en nada, al llegar a la mansión, me senté en el jardín, veía como el sol se ocultaba y pintaba el cielo de colores rojos y naranjas, las nubes parecían olas del mar cruzando el firmamento.

Me sentía triste, nostálgica, dispuesta a aceptar cualquier cosa, si Michael era feliz con Zulema, entonces yo debía dar gracias por haber compartido un tiempo con la persona más maravillosa que haya conocido en mi vida y que amaba intensamente.

-Elizabeth, ¿porqué no te arreglas? Debes esta lista para cuando pasen por ti.

Voltee a mirar a Lety y a Rosie, no tenía ánimos de nada, recosté la cabeza en el respaldo de la silla y seguía sin decir palabra.

Las chicas hicieron una mueca de desarpobación a lo que hacía y me jalaron por los brazos, llevandome adentro casi a rastras.

-No quiero ir, por favor-. Pensaba en asistir pero a la vez no deseaba hacerlo.

Ellas se encargaron de peinarme, maquillarme, todos los detalles de los que no estaba al pendiente.

-Te ves hermosa-. Comentaban Alex y Mario cuando entraron a la habitación, yo seguía aun desanimada, que me recargue en el sillón del cuarto, abracé mis piernas y contemplaba por la ventana.

Decidieron irse y dejarme sola.

La limousina había llegado.

Sentí una presión en el estomago, los nervios me invadían, enfrentar la verdad no era mi plan, no sabía qué destino me aguardaba esta noche.
Baje y me despedí de todos, esbozando una mediana sonrisa.

Solo bastó que subiera e inmediatamente el carro se puso en marcha.

Me pareció eterno el viaje hasta que llegamos a un enorme paraje al aire libre, donde se veían muchas personas ataviados elegantemente, mesas y sillas adornaban el lugar, cualquiera se daría cuenta que algo estaba a punto de celebrarse.

Fruncí las cejas y baje, caminando hasta el centro del festín.

-Esta boda será hermosa-. Comentaban unas personas.

Era suficiente, quería regresar, esto me lastimaba demasiado.

Remangue un poco el vestido largo que llevaba entre mis manos para evitar que rozara el suelo y camine hacia la limousina de nuevo.

-No te vayas-. Esa voz que conocía tan bien hizo que girara en mis talones para
mirarlo.

-¿Qué tratas de hacer?-.Me acerqué a él para tocar con mi dedo índice su pecho-.
–¡Michael Joseph Jackson, hasta aquí llega tu juego!

-Déjame hablar por favor-. Decía tranquilamente.

Yo seguía interrumpiendo.

-¿Mandaste por mí para ver tu boda? ¡Mírate, que hermoso traje, estás perfecto! ¿Eso querías saber? ¡Aléjate de mí Jackson!-. Estaba histérica y bastante enojada.

-Tú lo pediste-. Fue lo único que dijo y de un movimiento me cargo en su hombro y comenzó a caminar.

-¡Bájame! ¿Qué te piensas?, Se te hará tarde para casarte!, ¡Diantres, bájame Jackson!

No sé de dónde sacó tanta fuerza, por más que me defendí, me tenía fuertemente sujetada, me llevó a un cobertizo que estaba un poco retirado de ahí y me dejo caer sobre la paja.

-¡Michael Joseph Jackson! ¡Qué modos son estos de tratarme y….!

-¡Basta Elizabeth! ¡Déjame hablar!-. Me dejo boquiabierta, jamás me había levantado la voz, lo veía caminar de un lado a otro, agarrándose el cabello, frunciendo los labios, volteo a mirarme y empuñaba las manos, tratando de decir algo, inhalaba profundo, sus ojos echaban chispas.

Crucé los brazos molesta y espere.

Caminó hacia mí, se agacho, no logró sacar ni una palabra de sus labios y después volvió a levantarse para seguir dando vueltas.

Era suficiente, me paré y estaba dispuesta a salir de ahí.

-¡¿Qué quieres?! ¡Tan difícil es decir que ya no me amas!..

-¡Te amo, entiéndelo, te amo demasiado!-. Con sus manos me tomó por el rostro, enmudecí de nuevo.

-¡Yo no me caso, se casa Zulema con su chofer!-.

Di unos pasos atrás y me deje caer sobre la paja de nuevo, perpleja, tratando de entender.

Michael parecía sudar, se quitó el saco y lo aventó, se aflojo la corbata y se desabrocho el primer botón-. Lucía exasperado.

-¡Escúchame por favor! solo te pido que escuches.

Afirme con la cabeza.

-¿Por qué lo haces tan difícil?-. Murmuraba Michael, mientras mordía su puño.

Se inclinó hacia mí.
Y por fin logró hablar.

-El primer día que llegamos, Zulema me dijo que quería contarme un secreto, salimos al jardín y confesó que estaba enamorada de su chofer, pero que su madre jamás aceptaría esa unión, ese día iría a casa de él porque le propondría matrimonio frente a sus padres.

Me pidió que la acompañara como representante de la familia y amigo cercano, quise decírtelo pero estabas con Nayma Yaya en ese momento, y ella no podía enterarse, así que confíe en decirte las cosas después, pero todo salió mal y después Zulema me hizo jurar que no dijera nada hasta estar casada y así nadie pudiera separarlos, perdóname, era solo un enorme favor que me pidió-. Me contempló esperando respuesta, mi asombro se esfumó rapidamente, seguía enfadada, lo empuje haciéndolo a un lado y me paré, caminando a la salida.

Michael me tomo por los hombros y me volteo hacia él.

-¡Déjame Jackson!-. Vociferé cortante.
Me sostuvo sin soltarme y me besó.

Lo empuje de nuevo.

-¡Basta!-. Grité enfurecida.

Tire la gabardina que cubría mi vestido, lo tomé por la camisa, acercándolo a mí y empujándolo una vez más, tratando de irme nuevamente.

Michael no me dejó escapar, mando al cuerno mis protestas, me cargó entre sus brazos, llevándome hacía el montículo de paja para dejarnos caer.

Nos miramos, con las facciones endurecidas y respirando con más rapidez cada vez.

Sus ojos parecían enormes constelaciones brillantes al mirarme fijamente, su fresco aroma impregnaba mi espacio olfativo haciéndome perder la cabeza, se acercó y dejó sentir su aliento cálido sobre mi rostro, levanté las manos pero esta vez no lo alejé con ellas.

Lo abracé por el cuello y nos besamos ansiosamente, acelerándonos a cada segundo.

Mordía su labio suavemente y Michael comenzaba a desabrocharse la camisa, acercando su cuerpo al mío.

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Imaginen lo que se deja venir para el siguiente capitulo..

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